lunes, 29 de diciembre de 2008

¡¡¡ fELiZ aÑo nuEVo !!!

Que el 2009 venga con mucha joda y dinero para despilfarrar... les desea CuAsIModO

lunes, 22 de diciembre de 2008

Caperucita roja



Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.-No sé si sabes, querida –dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.Respondió Caperucita:-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial –en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.Caperucita roja entró en la cabaña y dijo:-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.-Acércate más criatura, para que pueda verte –dijo suavemente el lobo desde el lecho.-¡Oh! –repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.-Ha olido y ha perdonado mucho, querida.-Y…¡abuela! Qué dientes tan grandes tienes!Respondió el lobo:Soy feliz de ser quien soy y lo que soy –y, saltando de la cama aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita roja se detuvieron simultáneamente.-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? –inquirió Caperucita.El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! –prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

James Finn Ganner , Cuentos infantiles políticamente correctos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

ñoñare in linea

07/12/2008
Flexibilidad mental, el efecto mágico del latín
Juana Libedinsky, La Nación Los conocimientos de latín de esta redactora no van mucho más allá de los nombres aprendidos durante la niñez viendo Ben-Hur en Sábados de Superacción, reforzados luego por Gladiador, con Rusell Crowe en túnica corta. Sin embargo, parecería tener un imán para gente que se queja de un annus horribilis, comenta ante un vestido espantoso que de gustibus non est disputandum, o que, aunque se graduó summa cum laude, si vuelca la copa de vino se niega a hacer el mea culpa. Sin embargo, nil desperandum. Hay libros al rescate. Todo empezó dos navidades atrás, cuando el libro menos esperado fue best seller. Algunos lo atribuyen al título: Amo, Amas, Amat? and all that. How to become a latin lover, que puede ser entendido como una guía para convertirse en un latin lover, conocida ambición de varios gélidos británicos.

Aunque, decepcionados, estos lectores luego se hayan dado cuenta de que se trataba de una guía para volverse un amante, pero del latín, esto no implica que el libro no sea divertido. Su autor, Harry Mount, incluso arranca con un detallado estudio del significado de los tatuajes en la lengua de Ovidio que lleva David Beckham. Pero, detrás del humor, Mount lamenta que el latín desaparezca de los colegios, dado que es una mirada al pasado que permite una visión más completa del presente, y sostiene que traducir al o del latín otorga una flexibilidad mental única. Convertido en polémica por los comentarios furibundos de quienes preferían que sus hijos estudiaran chino o más computación, el libro inauguró una tendencia. Hoy es fácil encontrar títulos, como Latín para el siglo XXI, que aclara términos, como aeropuerto (portus aeris) o coquetear online (osculari in linea), e incluso cómo insultar, maltratar e insinuar en latín clásico, un libro para "difamar, demoler y maldecir", pero "como Cicerón, Ovidio y Cátulo". de http://www.elcastellano.org/

jueves, 11 de diciembre de 2008

Prosa poética

Hay una persiana que se cierra para no me vea, hay una luz apagada desde temprano – si pienso en las horas que pasaron - para invocar el sueño, hay mis ojos que empiezan a ver cada vez más. Y hay los pasillos del insomnio.

Sigo las marcas que dejaron, las abrazo como acunándome y todavía no me doy cuenta de que su destino no era yo. Mañana saldré a la calle y no verán que la noche se detuvo.

En el mismo sitio, dando vueltas, agujereo el espacio. El caballo nunca saldrá de aquí, sólo corta el movimiento.


2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

Deformación profesional

Sábado, mediodía de calor. “Uno no puede dejar de leer: una vez que aprende, cada vez que pasa sus ojos por una palabra, algo se acciona en el cerebro y decodifica eso que lee”. De compras en familia. La abuela, manejando; el hijo, conversando con su mamá, despreocupado; el nieto, atrás mirando el mundo exterior por la ventanilla. “Esas letras ya no son formas de colores dibujadas, dejaron de serlo para pasar a ser pizza, amor, kioscos, revolución, etc.”. Llegando al estacionamiento del supermercado, el hijo le indica que ese lugar está disponible. La abuela le dice que ahí no puede poner el auto, porque el sol haría insoportable la vuelta. Una breve discusión, livianita y sin sentido. “Lo mismo pasa cuando uno empieza a pensar en que lo que dice es mucho más que esos ruidos que salen de su boca o de la de alguien más.”. El cartel decía que estaba prohibido estacionar de culata. El hijo lo pensó unos segundos, recordó todo lo aprendido en sus clases de manejo, evaluó las posibles explicaciones de aquella reglamentación y al final le preguntó a la abuela si tenía idea de por qué. Ante la negativa se encogió de hombros y siguió buscando un lugar para estacionar. “Todo lo que se escucha o se dice, pasa como por un filtro en el cerebro para ser re-evaluado en muchas más dimensiones que antes, como si se le agregara un tramo de camino desde el oído a ese lugar donde sea que vaya.”. El nieto estaba tranquilo sentado en la sillita nueva, esa que lo levantaba un poquito del asiento y le permitía mirar por la ventanilla; tranquilo y cantando -o tal vez hablando- entre dientes. La abuela lleva el auto hasta un nuevo nivel en el estacionamiento del supermercado mientras el hijo le sigue diciendo que no va a haber lugar en ningún lado porque los sábados va mucha gente al súper. La abuela lanza una exclamación triunfal:
- ¡acá está lleno de lugar!-.
El hijo sonríe un momento.
“Extraño, ¿no?”

miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿voy por la escalera?


El ascensor puede ser peligroso. Y no me refiero a el hecho de que se puede caer y hacer bolsa contra el piso, sino a que implica un compartir espacio pequeño con gente desconocida, o conocida (no se qué es peor a veces).
Si se trata de uno de oficinas, mal que mal, la piloteás, te subís y con suerte podés viajar solo, el tema está cuando se sube algún monigote. Es probable que más que un buenas tardes/noche/buen día no haya, talvez algún cruce de mirada, pero solés tirar el saludo y después mirar al piso, como si no pasara nada, pero por dentro morís por llegar rápido a destino. Ahora, que no se suba algún molesto o careta que quiera charlar o alguien que no querés ver ni en figuritas, porque ahí si que la pasás mal. Es una incomodidad tremenda, y te empiezan a aparecer ideas en la cabeza tales como: “que no se quede el ascensor ahora porque va a haber una muerte (talvez la de uno, por desesperación), que no me mire porque lo mato, o porqué no se calla”.
Ahora bien, si vivís en un edifico de departamentos, la cosa se pone muy oscura. Seguro una vez por semana te toca viajar con el viejo puto de arriba que te mira cuando entra y no te saluda porque sos una mocosa irrespetuosa que no deja dormir la siesta por la música, o la vieja de mierda de abajo que te odia porque tu perro la molesta con las uñitas contra el piso, o la putita con la que tu viejo garcaba a tu vieja hace unos meses, o la pendeja del 14 que te odia porque se come a uno del barrio que vos ya te comiste que encima la odias porque te mira mal. Esos momentos son los que hacen que te sepas persona, porque cualquier otro loco, se agarra a las trompadas limpias en medio del ascensor, y siempre, al final la terminás sobrellevando.
Pero, más peligroso es el ascensor de un amigo (aunque suele ser el más divertido), porque por lo general si se arma alguna movida ahí, terminás subiendo en el ascensor de dos por dos sola, con el/la muchach@ que te gusta. Ahí sí que se pone picante: ¿cómo hace uno para aguantar las ganas de comerle la boca, si l@ tenés a dos centímetros de la cara? O te abrazo o te como la boca, una de dos. Igual, la mayoría de las veces, terminás conteniéndote y te sentís persona de nuevo. Si pasa a la inversa, tenés que pilotearla bien: o te agachas a ”atarte los cordones” o a “buscar algo en la mochila” o te ponés a “mirarte al espejo” (si lo tiene). Todas estrategias que implican un “me siento incómoda porque estás a dos centímetros, me querés comer la boca y no da”
Al final, el ascensor de cómodo no tiene nada. Es como si la comodidad de no bajar o subir por las escaleras tuviera que pagarse con estos encontronazos del destino. A veces, sale bien, terminás cagándote de risa con alguien, te encontrás con gente que querías ver, o terminas chapando con es@ muchach@ que tanto te gustaba. Tantas otras (la mayoría) te terminás comiendo un re gancho, que en definitiva, pasa rápido, pero que te angustia por el sólo hecho de saber que va a repetirse.
En conclusión, el ascensor es más peligroso de lo que creía y aunque prefiero ir por las escaleras, no me lo pierdo ni loca.

martes, 2 de diciembre de 2008

The real Pica Varia for you!


domingo, 30 de noviembre de 2008

¡Ándale, Ándale! ¡Arriba, Arriba!

¿La generación de la *erga?

Submitted by Clifford on Domingo, 1 Julio 20079 Comments

words1

Normalmente a los cambios generacionales se les asigna un nombre o identidad, los niños nacidos a principio de los años 60’s y primeros 74 fueron llamados los Baby Boomers, los nacidos a partir del 75 al 81 s son la generación “X”, los nacidos a partir del 85 al 2001 son la generación “Y”, a estas generaciones los identifican características de la época como música, vestido, costumbres, etc.

Las actividades que desarrollo me permiten “moverme” entre ciudades e interactuar con diferentes tipos de personas. Últimamente me ha llamado mucho que al menos en varias Ciudades de México he estado detectando un patrón en el lenguaje de los adolecentes cuyas edades deben de fluctuar entre los 14 a los 17 años, utilizan mucho la palabra “*erga”. Un comentario muy acertado que escuche es “Los jóvenes de hoy no se quitan la *erga de la boca”.

Supongo que es “moda” o utilizan esta palabra porque es lo socialmente aceptado entre sus grupos de amigos. Podemos escuchar en platicas mixtas (chicos y chicas) frases como.

- Que *ergas

- Vete a la *erga

- *erga

- Me pelas la *erga (incluso esto lo escuche entre dos chicas y pensé “biológicamente no es posible”)

- Etc.

Me pongo a pensar si esto es realmente por “moda”, o una falta de valores de la juventud o su manera de expresar su rebeldía contra lo que traigan en mente o si “¿estamos frente a la generación de la *erga?”


http://si-claro.com/blog/?p=981


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Prosa poética

No hay porción en esta tierra que diga mi nombre. Hoy despertó el aliento, corrió hacia lo incontenible y no hace más que empujar mi ira. Será un triste final, la amenaza de los sueños parece cierta.

Nadie responde, sólo fantasmas alrededor que empiezan a debilitarse. Puedo pasar el cuerpo por su cuerpo. La felicidad antes era.

Esto no habla, esto no dice. No sirve interpretar cuando se ha perdido la fe. Quién lee todavía en la luz.

Era incierto y yo me estiraba, tenía una llamada dulce. La ficción me soltó mientras daba mi cara contra el piso, sangro y es real. Me lamo y es real.

Adoré el color y no me detuve en mí. Pero tu cuerpo ya no es cuerpo, y es la noche con la misma pregunta y no tengo otra vez una palabra para aplacarme.

Ya no hay quien diga mi nombre y sonría.

sábado, 22 de noviembre de 2008

muto

No lo quería poner porque es muy largo, pero no me aguanté.

jueves, 20 de noviembre de 2008

blublu

Quise estudiar, pero...


más en www.blublu.org

martes, 18 de noviembre de 2008

Prosa poética

Mantenemos la distancia hasta que el cuerpo es otro y los brazos no responden o el norte nos llame con un silbido azul y no sepamos quién canta.

¿Quién canta para este dolor?

Otra vez las rodillas muestran las marcas. Sangre seca es lo que queda del paseo y el recuerdo del color de un rostro que se apaga sin contemplar la desdicha.

Sigue la distancia y el norte mudo o no queriendo hablar para quien pide.

El cuerpo y el cielo han complotado.


2008

sábado, 15 de noviembre de 2008

Preceptos del estudiante exitoso


#4- Leer lo INDISPENSABLE

miércoles, 12 de noviembre de 2008

proselitismo

Con el QUESO se come, se educa, se cura


VOTE QUESO
Apoya: la Virgen del queso rancio

domingo, 9 de noviembre de 2008

precoces, el regreso

Gud bai, encabezado
Por fin pudimos sacar ese encabezado que aparecía arriba del nombre del bló... te vamos a extrañar, labelcloud#$/=?!!! Algún día sabremos qué eras y gritaremos tu nombre al viento -o la parte de él que podamos pronunciar.


El queso y el gusano

Porque es la primera vez que hay un empate y, fundamentalmente, porque nunca el bló había llegado
a juntar 18 votos en una sola encuesta (la envidia de Obama), refritamos la anterior, pero solo con las dos opciones que obtuvieron más votos (seis para cada una):

¿Cuál es la mejor de estas dos frases totalmente sacadas de contexto?
  • "a ese verbo le falta erga" Crogliano (y a un par también)
  • "el queso es lo que la monja tiene que entregar o no" Funes (mirala, sorprendida)
Hay una semana para decidirse...

martes, 4 de noviembre de 2008

gracias por la provocación

A Teoría de la educación,
ganadora de la encuesta de la semana pasada...
Cualquier semejanza del premio con la realidad es pura coincidencia -la (incalculable) experiencia de premiar.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Keep on fighting Rainbow warriors!!!!!!!

La marcha, el Homoenaje:

Dead or Alive

(nunca un parche fue tan pirata)

Village People

(para todos los gustos)

Judas Priest

(Rob: un ejemplo de hombría)

Orgullo Nerd

Ascensor. El tipo codeó a su compañero y dijo como quien no quiere la cosa:
-¿Sabés?, el mío, el más chiquito -que tiene tres-, ya maneja los modos en periodos prolongados.-
-Sí- dijo el otro- mi sobrino, que es más chiquito, ya habla como grande; solo tiene problemas en la subordinación con pronombres relativos-
-mirá vos...-dijo el otro.
Los dos asintieron sonriendo hasta que se abrió la puerta y siguieron viaje mandándose saludos a las respectivas familias.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Cuento

Necrológicas
El Asesino

La cerradura estaba en reposo, invisible para el mundo. Nadie nota una cerradura, a menos que se quiera mirar para adentro o esté cerrada. Ahí estaba, inmóvil, esperando que alguien apoyara el ojo y viera en el otro mundo, cuando se estremeció, agitada, por la violencia con la que fue metida la llave.
Giró, una y otra vez, hasta que al fin la puerta cedió y entró corriendo. El empujón la hizo sonar violentamente y la cerradura se estremeció. No había tiempo para perder, estaba sobre sus talones.
La pistola.
Corrió hacia la pieza: en su dormitorio, en la mesita de luz, estaba la pistola. No se iba a dejar agarrar. Abrió el cajón de arriba. Ninguna pistola. Lo revoleó contra la pared y el cajón se desarmó ruidosamente. El de abajo, una biblia y un paquete de cigarrillos que se guardó apresuradamente en el bolsillo, ninguna pistola. Miró al armario y en seguida, hacia la puerta de la habitación. No se decidía a moverse y sabía que el tiempo se le estaba escurriendo como la arena entre las manos. Intentó un movimiento hacia el armario pero se detuvo al mirar la puerta. “¡La puta madre!” gritó con bronca mientras se quedaba inmóvil a medio camino.
Volvió sobre el cajón, sabía que no había nada pero la sensación de tener una cama entre ellos y la posición, le daba más seguridad. Jadeaba. Al darse cuenta lo estúpido que se veía, se levantó de un salto y pateó la mesita de luz, partiendo el último cajón en dos. Saltó por sobre la cama y cayó parado frente al armario. Sus pulmones repartían el aire entre la respiración agitada y una salmodia ininterrumpida de insultos, en cualquier momento colapsaría. Pero ésto se tenía que terminar. El armario abrió sus fauces y le escupió todo su aliento a naftalina encima. La percha, como la campanilla de esa boca desdentada de ropa, se movía de un lado al otro riéndose. Se le escapó una puteada al mismo momento en el que se le asomaba una lágrima. Se metió adentro, revolvió entre los papeles desordenados que había sobre el piso del armario, abrió los dos cajones del interior, tiró al piso las cosas que había en los estantes de arriba. ¡Mierda! Ninguna pistola.
-Tranquilo, tranquilo...- decía mientras trataba de ordenar la actividad de sus pulmones, dificultada por la naftalina -tranquilo... respirá...- y se iban encadenando en su mente, los hechos que lo llevaron hasta esa situación: el fraude, el engaño, la mentira; la traición en una palabra. Y se había metido con el tipo equivocado. Es verdad, pero uno no siempre lo sabe, uno nunca conoce a la gente lo suficiente. ¿¡Cómo iba a saber que era su esposa?! ¡¿Y cómo, por el amor de Dios, cómo iba a saber que el desquiciado la iba a matar?! En fin, uno nunca termina de conocer a la gente. La verdad, nunca se imaginó que el tipo fuera un desquiciado, un psicótico, un homicida; y mucho menos que estuviese tras de sí.
Un cuchillo.
Corrió hacia la cocina. El departamento no era muy grande, sin embargo esos pocos metros se le estiraron de sobremanera frente a la puerta de entrada. Estaba tardando mucho en llegar, de hecho ya tendría que estar ahí. Pero no, y soltó un suspiro cuando al pasar no lo vio. La cocina. Abrió todos los cajones sin encontrar nada más grande que un puto tramontina. Abrió el horno como si ahí pudiese esconder algún arma secreta e infalible contra locos homicidas y se dio cuenta de que la cabeza no le estaba funcionando bien. Cerró la puerta del horno con un estruendo que fue más alto que el volumen de su puteada. Si quería salir de esto, tendría que recomponerse. Buscó en los cajones de atrás suyo. Revolvió todos pero nada serviría como arma contra ese asesino psicópata que venía a matarlo. No quedaba otra: se escondió un tramontina en la manga.
La puerta.
Atravesó el living cuando por el rabillo del ojo vio una sombra. El cuerpo todo reaccionó contrayendo los músculos apropiados para que el salto lo alejara perfectamente de aquella imagen aunque sin poder calcular la caída, su cuerpo flacucho fue a dar contra el sillón, al que pasó por arriba, cayendo de nariz contra el piso. Estaba paralizado. Su respiración se entrecortaba cada vez más. Las manos le sudaban y el cerebro no atinaba a dar una orden coherente. No sabría decir cuánto tiempo estuvo ahí tendido boca abajo sobre sus codos, esperando que la acción empezara más allá de que el tiempo pasaba con una velocidad increíble. Se puso las bolas en su lugar y se levantó poniéndole el pecho a la muerte. Pero en vez de la muerte se encontró con un espejo. “Hubiera jurado que estaba ahí, dentro o fuera del espejo, ya no me importa -y de verdad no le importaba-, pero ahí”. Lo que más le había molestado desde el principio era esa falta de asidero que habían tenido las cosas: era como si le hubieran pasado por encima. Nunca tuvo una real percepción de los hechos hasta que no los tuvo encima; y eso que él era un tipo precavido y planificador. Miró a su alrededor con los ojos desencajados, el comedor en desorden pero sin ninguna amenaza, las cosas estaban en su lugar. O al menos así lo podía ver él. La puerta.
Aunque parecía cerrada, corrió hacia ella desesperadamente pero se frenó en seco al escuchar el chasquido de la corredera y sin poder mantener el equilibrio, se fue de ñata al piso. Ahí empezó a llorar.
-No lo entiendo- dijo el asesino sosteniendo el arma. El otro estaba tendido en el piso, sollozando- Ahora te da por llorar. Hasta hace poco eras el gran machote: te cogías a mi mujer, hundías el negocio que teníamos juntos y me entregabas para que me colgaran de las bolas; y ahora te da por llorar...-
La única respuesta fue el sollozar pueril de un hombre maduro. Ningún cuadro podría dar más lástima que ver mordiendo el polvo a los que, antes, en bienaventuranza, nos miraron desde arriba, impertérritos de su suerte, y ahora gimen con la misma pasión con cuanta indiferencia nos trataron antes.
-Pensar que confiaba en vos- su voz sonaba acerada, fría y con un dejo de asco.
Mientras el otro suflaba los mocos en la alfombra, éste se acercaba caminando con parsimonia. Sabía que la situación estaba en sus manos.
-No quise...- la barbilla le temblaba y las palabras salían entrecortadas -no sabía que...- el culatazo partió su mejilla, interrumpiendo la disculpa por demás inútil. El impacto del golpe lo aplastó de nuevo contra el piso para que su mano lo levantara con una fuerza increíble por sobre el sillón y contra la mesita ratona que saltó en esquirlas. Los vidrios se le incrustaron en todo el cuerpo; se sentía como cuando se te duerme una pierna y algún gracioso te pega palmadas. Las astillas de madera, por millones clavadas en sus hijares, hacen que el esfuerzo se centre en respirar y contenga la puteada que le queda a flor de labios.
Rodeó el sillón de tres cuerpos, manchado, ya, con sangre y se sentó, frente a ese, en uno de un cuerpo cubierto con una tela color maíz. Se movía con tranquilidad. Ya lo había meditado lo suficiente y matarlo involucraba un precio desmesurado. Ya lo había meditado lo suficiente. Desde ese mullido lugar, ahora lo veía arrastrarse escupiendo vidrios ensangrentados. Aunque con dolor, le complacía verlo así. Pero la sonrisa se le borró antes de aparecerle en los labios al pensar porqué había llegado a decidirlo.
Se enteró por esos detalles que sólo un esposo amante y compañero puede percibir: una mala excusa en un comentario que nadie pidió y no venía al caso, un tono de rush que nunca usó, perfumes y canturreos matinales y sexo más seguido, aunque cueste creerlo. Se enteró por eso o por haberlos encontrado en su propia cama, jadeantes uno sobre el otro, tirando la casa abajo; para el caso es lo mismo. Se frenó en la puerta y se quedó hasta que con un grito agudo y ronco, ella bajó las piernas. Cerró los ojos y respiró profundamente. Bajó la escalera con clama y salió dejando la puerta de calle abierta. Su mente estaba suspendida, en blanco.
Esperó a que él se fuera y volvió a entrar con tranquilidad. Subió la escalera, ella estaba en la ducha, limpiando la escena del crimen. Agarró la pistola del cajón de la mesita y se sentó en la cama. No lloraba. El reflejo plateado y frío de la pistola lo tranquilizaba, como quien ve la luz de un faro en la tormenta. La muy puta cantaba. Abrió la puerta con delicadeza y la vio a través de la cortina: se estaba enjuagando la cabeza. Apuntó y disparó. La envolvió en el protector de la cortina y la sacó al jardín. No necesitaría un pozo muy profundo, esto terminaría pronto.
Tal vez si no se hubiera percatado del fraude, lo habría tomado de otra forma. Su socio, ese que ahora estaba boca arriba con la cara ensangrentada y jadeando, era un mujeriego perdido. Nunca le habría molestado eso. Pero cruzó el límite: primero endeudarse hasta el picaporte; después, lo de su esposa. Había tomado casos muy delicados sin haberles dedicado el tiempo o la atención necesarios. Representar a uno de los barrabravas más pesados de la escena futbolística traería sus consecuencias si perdían. Y perdieron. Y por su afición a las mujeres. De casualidad, por un llamado del banco, cayó en la cuenta de que lo había estado engañando y que ahora debía más de lo que podría haber juntado en tres vidas; y con esta gente no se jode. El apriete ese que lo tuvo unos cuantos días en cama, fue la mejor prueba de ello. Y todo porque se los confundieron, como siempre: ¡dos gotas de agua dijeron!¡Matones ciegos e inútiles, si eran tan distintos como el día y la noche! En fin, siempre hay una gota, no importa cuantas caigan, que rompe el equilibrio.

-¿A dónde querés llegar?- dijo desde el sillón doblando la cintura, reclinándose hacia adelante- Ya no tenés a donde ir.- y abrió los ojos más que de costumbre, frunciendo la boca, mirando a la nada. Mientras el otro se debatía entre coágulos y dientes sobre lo que ahora parecía más una pintura surrealista que una alfombra, éste se le acercó hasta ponerse en cuclillas a su lado. Se miró en el espejo y sonrió para él-¿Te pensaste que no me iba a dar cuenta? ¿Que iba a quedarme mirando mientras la cagabas? ¡¿A lo único que me importó en la vida?! Me tenías cansado, él, el gran Don Juan... es increíble que no te diera vergüenza: usando a esas chicas, prostituyéndolas. Para nada. Las engañabas para nada. ¿Para que puedas verte al espejo como el gran semental!?... mirate ahora, estúpido. Harto estaba ya de verte, siempre igual. Harto estaba ya de escuchar tus historias- la escupida llena de flema y asco, se le pegó en la cara.- Pero con ella...ella- no podía encontrar las palabras. Quería hacer esto calmado y el fuego que le ardía en el vientre, empezaba a impedírselo.- Las primeras veces, creí que podría soportarlo y sentado en el auto me decía que no podía ser, que duraría poco. Pero te engolosinaste.- El otro quiso hablar, había empezado a recomponerse, pero un nuevo puñetazo lo hizo callar.- Te encantaba. Pero me asqueaba ver cómo la convertías en esas trolas que tanto te gustan, cómo la convertías en un pedazo de carne. Me daba rabia ver como la habías ensuciado. Fue mucho para mí: demasiado tiempo verte haciéndonos mal.
Se dio vuelta lentamente para volver al sillón, y el otro con un movimiento rápido de su brazo, le clavó el cuchillo en la pantorrilla.
La sorpresa dejó escapar un tiro y gritando cayó de rodillas. El otro, desesperado, arrancó el cuchillo de la pierna y se le echó encima. Forcejearon. Sonó otro tiro y el espejo veía al cuchillo subir y bajar sobre los dos cuerpos. Se separaron, respirando agitados. La sangre teñía la alfombra, la pistola había quedado a un costado. A pesar de la pantorrilla y de las heridas en la espalda, logró arrastrarse hasta la pared, frente al espejo. Se miró. Lo miró al otro, casi muerto boca arriba, casi igual que él. Su respiración era arrítmica y se agarraba la ingle con fuerza tratando de impedir que la vida se le fuera con la sangre. Podía ver su cara, así, de frente y tras sacar con dificultad un cigarrillo y prenderlo, se quedó un buen rato mirándolo, y al espejo. Esto debía terminar. Miró profundamente sus ojos, apoyó el caño de la pistola en su sien y disparó.
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miércoles, 29 de octubre de 2008

prosa poética

Alguien ha cortado la soga por la punta y quedamos balanceándonos. Somos péndulos que preguntan por el tiempo, afinamos los oídos para escuchar en el silencio y no hay tic-tac.

El que marca las horas se quedó solo, limpia su traje y se viste bonito, espera que alguien escuche la marca del tiempo en el que las nubes corren y no son formas salvo para los ciegos que imaginan el azul y no conocen más que un amarillo pálido.

Alguien dijo que había ovejas en el cielo y yo amé los lobos.

No hay terror en el balanceo, por arriba o por abajo los cuerpos, yo con vos yo con vos…no puedo jugar, por arriba mi mano apenas roza una tela de tus bordes.

Sólo vemos la cara de los que caen y es placer, los espera el bien vestido. La promesa falla, él se distrae en el espejo, se acomoda el moño y sonríe pensando si no será demasiado el balanceo o el moño, sonríe. Y ay!, ya pasó mi mano.

La promesa falló, me llevo un borde en el tacto.


2008

viernes, 3 de octubre de 2008

más "socialización"

Todo lo contrario
Mario Benedetti

-Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN?
-OUT – respondió prestamente un alumno.
-No es obligatorio pensar en inglés. En Español, lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro) suele ser la misma palabra, pero sin esa sílaba.
-Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no?
-Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario del invierno no es el vierno sino el verano.
-No se burle, profesor.
-Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical?
-Probaré, profesor: “Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió fulgente pero dómito, hizo ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su cremento.”
-Sulso pero pecable –admitió sin euforia el profesor.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Poesía al límite

Ok, ultimamente solo posteamos cosas, mejor dicho: socializamos recursos sin reconocer la propieded intelectual. Pero hay cosas que lo ameritan.
Por ejemplo


miércoles, 24 de septiembre de 2008

No te vayas idea sin decirme a dónde vas...

¿Qué es lo que pasa cuando no se cae una idea? Uno busca y busca pero parece como si dentro del cerebro hubiera un burro echado y rodeado de moscas. Es terrible la sensación de vacío intelectual que se puede tener cuando uno se enfrenta cara a carilla con el papel para descubrir que el cuentagotas de ideas está tapado. La agitada vida moderna no nos deja espacio para el ocio creativo ni para ese otro, el absolutamente improductivo que tantas satisfacciones y anécdotas nos brinda. Es por eso que desde aquí queremos hacer la merecida reivindicación de una práctica tan desprestigiada socialmente y que, sin embargo, se erige como pilar fundamental de la actividad docente: la socialización de recursos sin reconocimiento de propiedad intelectual, en palabras sencillas, el robo. ¿Qué sería de nosotros si en los momentos de embotamiento racional fuéramos incapaces de recordar las actividades que otros hicieron (robaron) antes que nosotros o de dónde las sacaron (robaron)? Defendamos una vez más, como estudiantes y como futuros o no tan futuros profesores, nuestro indeclinable derecho a robar.

(Diría de dónde saqué esto, pero mi fuente pidió confidencialidad, sepan disculpar)

lunes, 15 de septiembre de 2008

cyber- kybernetes

Ulysse 31

viernes, 12 de septiembre de 2008

Lingüistas

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
¡Qué sintagma!
¡Qué polisemia!
¡Qué significante!
¡Qué diacronía!
¡Qué exemplar ceterorum!
¡Qué Zungenspitze!
¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".

Mario Benedetti

sábado, 6 de septiembre de 2008

Canon: campamento 2010

Una que sepamos todos...









martes, 2 de septiembre de 2008

Posibilidades

Quizás simplemente no sabía que los padres pueden ser hirientes sin quererlo cuando fue herida de muerte por el ‘puta’ que esgrimió su madre.

Quizás sólo no sabía decir que no, cuando sometió su determinación a la de otros al dejar que ese extraño le quitara un hijo de las entrañas.

Quizás no supo dónde buscar el perdón, ni dónde descargar la responsabilidad y la culpa cuando se desesperó por retornar a la sensación de vida en el vientre.

Quizás quería ser una niña por siempre, olvidarse de sí misma y descargar el mundo en otros, en esa nueva hija, la sustituta, la que tendría que encargarse de su difícil redención.

Quizás no supo intuir que la amargura de sus venas forjaría muros infranqueables, distancias absolutas y antagonismos radicales entre ella y la criatura.

Quizás por eso se decepcionó tanto, porque las cosas no resultaban como en los sueños, como en la tele, como su madre quería, como debía ser.

Quizás ese fue el motivo por el que se dejó estar y dejó a su hija en la más completa soledad, sólo acompañada por los constantes reproches y quejas que le profería.

Quizás la necesidad de recuperar el mundo de sus sueños fue lo que la sedujo a trasponer a la realidad las marcas de lo inverosímil.

Quizás a esas alturas con su constante necesidad de ser víctima, de ser protegida por otros, con el aislamientos forzoso que eso generaba, era incapaz de comprender la violencia con que su hija le respondía y la ignoraba.

Quizás era incapaz de ver que su hija se sentía sola y desprotegida, víctima de una encomienda (de una redención) que no sabía cómo, ni quería, además, encarar.

Quizás nunca tuvo la lucidez para ver que el mundo no es sólo lo que viene a uno, sino lo que uno hace con él.

Quizás era incapaz de asumir verdaderamente una responsabilidad.

Quizás era completamente incapaz de crecer.

Quizás por eso no podía evitar las respuestas y las actitudes de los chicos cuando su hija asumía el rol que la vida le había dejado al comportarse como madre de su madre.

Quizás en el fondo sabía que había perdido la razón hacía tiempo, que había arruinado la infancia y la adolescencia de su hija y que el lazo entre las dos era imposible de recomponer (si es que alguna vez había existido).

Quizás estaba convencida de que su hija era incapaz de comprender su vida y su situación.

Quizás valía mucho más de lo que su madre suponía.

Quizás era conciente de mucho más de lo que su hija suponía.

Pero hay certezas imposibles para una hija.

viernes, 29 de agosto de 2008

Cuento

Necrológicas

El Pozo

No sé cómo dieron conmigo. Tengo el cuerpo dolorido: es como si pudieran aprovechar cada centímetro, cada poro, para inflingirte dolor. Y hacen su trabajo con una maestría tan sutil que parece que le dedicaron la vida a esto. Pero tengo que ser fuerte, no me van a poder quebrar, no voy a traer a otro acá. Ya bastante con que te hayan traído a vos por mi culpa.
Estoy en el pozo. La luz misma entra inmunda ensuciando lo que se le pone a su alcance: las paredes y yo, lo único que hay en este agujero. No sé cómo dieron conmigo.
Escucho los pasos en la puerta y espío por las rendijas, tus pies se mueven cadenciosos y resignados. Y murmurarte tranquilidad me cuesta una costilla que se quiebra bajo el bastón del mismo que manejaba el auto que nos trajo hasta acá; pero, como si no me escucharas, seguís caminando hacia lo indecible, abrasándote el vientre sin amor ni llanto. Una mueca: el recuerdo de un algo que ya no tiene sentido. Adivino los moretones en tus ojos, imagino la sangre seca de tus labios, intuyo tus heridas pero el reflejo gris de tu rostro me quiebra como no me quebraron estos cagones. Tu espíritu marchito da la sentencia que tus ojos apagados, fijos en mí, ejecutan sin mirarme. Y enmudezco. Ya no puedo articular palabra. Repaso una y otra y otra y otra vez la escena y por fin la entiendo. Y muero. Pero este lugar tiene esa particularidad, nadie muere hasta que no se lo ha quebrado, hasta que no se le ha arrancado de raíz el espíritu, hasta que no queda reducido a la nada misma, a una sombra.
Los días pasan y las sesiones de tortura se intercalan en un ritmo caótico. Y nada sale de mi boca. Una fina plancha de metal se cuela por debajo de mi uña. Pero de mi cabeza, nada. La bolsa me sofoca, asfixia ardiente que me desvanece. Mi cabeza solo puede pensar en una cosa: tus ojos muertos. Puedo aguantarlos sobre mí, todo el tiempo que mi cuerpo les de, sin decirles nada, sin tirarles una punta acerca de nadie, pero ya no estoy tan seguro.
Estoy volviéndome loco: oigo tu voz. Sí, cada vez con más claridad, entre golpe y golpe; con una dulce melodía apenas perceptible en el ronroneo de la máquina, me dice que estás bien, que resista, que no va a ser para siempre. Suena como cuando con la mejilla en el piso de la cocina de tu casa me dijiste lo mismo, la tarde que nos chuparon. Un bastonazo me parte la oreja en dos y el pedazo que no logra desprenderse pasa a ser el nuevo juego de puntería. Voy a ser fuerte, no voy a decir nada, es la única promesa que puedo cumplir. Y mientras más me pegan más se me endurece la lengua. Pero las tripas me arden y me va a traicionar tarde o temprano. Entonces se me ocurre cantar, para darle algo que hacer a mi cabeza y poder alejarla de estas hienas que me torturan con el mismo entusiasmo y furición con que un chico se come un helado de chocolate, y de tus cuencas vacías. Empiezo bajito, pero, mientras canto, lo que se aleja es el dolor, y mientras más fuerte canto menos duele. Me gustaría decir que les grité a la cara la internacional o que aquí se quedaba la clara, o que di un grito de corazón, pero no. Ojalá. Primero no me escuchan, pero cuando lo hacen, y por un segundo que dura años, se quedan duros, tiesos. Y vuelven al trabajo, con mucha más saña porque odian que no piense en ser un héroe. Me detestan por no querer demostrarles que resisto, que tienen alguien de quien preciarse de haber tirado de un avión, de haberle pegado un tiro, o de cualquier cosa de la que se precien estos idiotas. Te canto a vos, porque sos lo único que me queda. Y grito y los puños se incrustan en mis hijares. Y lloro y la sangre mancha mis mejillas, mi pecho, el piso. Y canto y ellos ríen, y mi canto marca el compás del martillo en mis pies. Y sus voces truenan tu muerte con las melodías más estridentes, pero mi canción eufórica sofoca al destino, lo inventa, lo tuerce. Siento el agua que lame mis pies, lasciva. Y escucho que uno dice que ahora voy a ver: ¡qué pelotudo, si en mis párpados solo está grabada tu cara! ¡Si en mi mente solo estás vos y la melodía que solías cantar abrazándote la panza! Pero la picana te hace caer en una taza de barro, y me gritás y el bebé me grita y todos gritamos pero la canción desaparece por un instante; y vuelvo a entonar tu vuelta a mis brazos. Y la máquina ríe sobre mí, y cada vez más me muerde rabiosa. Y la voz me vuelve al cuello y grito, canto, lloro tu nombre, tu canción, tu amor. Y lo que se aleja ahora es el cuerpo, lo que se queda es el dolor: el dolor de verte pasar por la puerta de mi celda, adivinarte triste, con el vientre vacío como tus ojos; el dolor del beso que nunca te di; el dolor de no haber cumplido mi promesa; de saber que ya todo terminó con mi canción.
Me cargan hasta el pozo y me tiran. Al lado mío hay otros más pero ya no hablan, dijeron todo un rato antes, al compás de la picana. Los veo pero ya ni ocultan la cara, sus ojos están vacíos de vida, ni espectros son. Parecen muñecos, con el gesto tieso y dislocado. En el pozo no hay luz, no hay tiempo, no hay nada. Pero espero. Espero y susurro nuestra canción, bajito pero permanentemente, creo que así dieron conmigo. Es gracioso, no podríamos estar más lejos y sin embargo te veo en todos los segundos, en todas las visiones, y mi canción te acaricia el pelo como solía hacerlo en las peñas de la facultad.
Pasa el tiempo -o paso yo, es imposible saberlo- y mi canturreo incansable traspasa los muros llegando a tus oídos. Y te canto en sueños y llorás. La luz, al ser abierta esta prisión, me llega tibia a los ojos. El aire fresco me da más fuerza para cantar cada vez más seguro: y canto tu nombre sin conocerlo. Ellos que me liberan, lloran al verme en este estado y me llevan a otro lugar, pero solo quiero verte a vos. Y mi canción canta tu nombre sin conocerlo, y venís a mí. Y nos vemos las caras por primera vez: en tu cara fluye la luz como en la de ella, la pureza de tu espíritu inmaculado como el de ella. Te veo en su cara, estás ahí, como lo estuviste estos más de treinta años en mi canción. Estás ahí.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Se me lingua la torpet

martes, 19 de agosto de 2008

extrapolación: épica nasal

Moco, verbo no sustantivo
B - M

Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano de un moco suyo, a imagen de su moco lo creó.

Y luego lo bendijo Dios con estas palabras: «Sed fecundos y multiplicaos, mocos, y henchid la tierra y sometedla»

Entonces Yahvé Dios formó al hombre con bolas de moco, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Dijo luego Yahvé Dios: «No es bueno que el moco esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahvé Dios formó del pañuelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el moco para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el moco le diera.

Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el moco, que se durmió. Y le quitó uno de los pelos de nariz que tenía, rellenando el vacío con más de sus mocos. Formó una gran bola de mocos y la llevó ante el moco. Entonces éste exclamó:
«Esta sí que es pelo de mis mocos
y mugre de mi mugre.
Ésta será llamada mujer,
porque de mocos ha sido tomada.»

El semáforo era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis ninguno de vuestros mocos?»

Respondió la mujer al semáforo: «Podemos comer del fruto de nuestras narices. Mas del fruto de esa nariz que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de ella, ni la toquéis, so pena de muerte.» Replicó el semáforo a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Y como viese la mujer que el árbol tenía buenos mocos para comer, apetecibles a la vista y excelentes para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.

Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Éste contestó: «Te he oído andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido.» Él replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del moco del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del moco y comí.» Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Contestó la mujer: «El semáforo me sedujo, paré y comí.»

Entonces Yahvé Dios a la mujer le dijo:
«Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos:
con dolor parirás los hijos.
Hacia tu marido irá tu apetencia,
y él te dominará.»
Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del moco del que yo te había prohibido comer,
maldito sea el pañuelo por tu causa:
con fatiga sacarás de él el alimento
todos los días de tu vida.
Espinas y abrojos te producirá,
y comerás mocos de otros.
Con el sudor de tu rostro comerás el moco,
hasta que vuelvas a la nariz,
pues de ella fuiste tomado.
Porque eres moco y a la nariz tornarás.»

viernes, 15 de agosto de 2008

El latín, según Inciclopedia


Latín

De Inciclopedia

Bueno, México es la capital de todo los latín, en realidad yo mismo los he visto, en serio
George Bush sobre quien sabe que
Es una lengua muy muy útil !!
Nadie sobre el latín
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Los romanos haciendo su saludo de bienvenida
Los romanos haciendo su saludo de bienvenida

El latín es una lengua derivada del letón, que utilizaban los romanos para ir de cachondeo en los pueblos que conquistaban. Se caracterizaba por carecer de reglas ortográficas, por escribir los números con letras y por que casi todas las palabras terminaban en us o um. Aun se usa en exorcismos ya que suena tan mal que ahuyenta a cualquier ente que esté cerca.

HISTORIAM

Al principio, solo era una lengua bastarda hablada por unos italianos pobres llamados latinos que querian ser griegos. vivian en una región llamada Latium Idiotae Stupidorum, que significa en latin, el gran llano de los sabios, limitado por el río Tibet al norte y Tuvalu Ulterior al sur.

Único hablante de latín en toda Europa
Único hablante de latín en toda Europa

Pero poco a poco el latín fue teniendo cada vez mas fuerza hasta que terminó por dominar el mundo. En ese entonces, los egipcios hablaban latín, los celtas, los galos, los babilonios, los vascos, los barbaros y hasta los mismos griegos tuvieron que chapurrear los palabros latinos, a no ser que quisieran ser esclavos, o parte de un juego de circo romano.

En la actualidad, el latín es una lengua muerta. Esto se debe a la Conspiración del XIX en la que varios idiomas romances, como el español, el francés, el euskera o el acordeonio tramaron un sucio y vil asesinato hacia la lengua más fuerte y extendida de todas. Desde entonces se hicieron con el poder y del latín sólo quedaron cuatro libracos con moho y descuidados. Tambien es conocido el uso de esta lengua muerta en los rituales mágicos de adoración a la muerte en la secta papista.

RELIGIONEM

El latín, cuando conquistó el mundo también logró dominar a Dios, por lo que Él tuvo que aprender latín, y por consecuencia los curas y el Papa tuvieron que rezarle en latín y hacer misas en latín aunque nadie las entienda excepto Dios. Curiosamente, también es el idioma que se usa en sacrificios satánicos y exorcismos.

GRAMMATICAM

Gramática latina

SingularPlural
Nominativo-a-ae
Acusativo-ladrón-años de cárcel
Genitivo-jones-uevos
Dativo-seo de la castilla-aza lavapiés
Ablativo-lablablablablabla-blablabla bla y bla
Recreativo-de Huelva-Decano

En latín, el sustantivo toma varias formas según su caso gramatical. Esto significa que aunque nos sepamos la lengua, y cientos de palabras, nos costará parte de un huevo y parte del otro decir correctamente alguna frase por mas sencilla que sea.

Existen seis formas asemejantes que puede tomar cada adjetivo, como son: nominativo(relativo a transacciones financieras), acusativo( caso judicial), genitivo( sobre los genitales y órgano sexuado), dativo( referente a datos informaticos), ablativo(sobre el habla y pronunciacion) y Recreativo (el equipo revelación de la Liga). Al lado se encuentran sus correspondientes declinaciones:

EJEMPLUM

  • Kereus cayarus coñum!: me alegra veros de nuevo !
  • Ave Caesar morituri te salutant: Las aves de César mueren por falta de salud
  • Res non verba: Las vacas no hablan
  • Coito ergo sum: Cojo, luego existo.

OTRUS LATINUS

Hay otra serie de términos que llevan el sufijo angular latin, pero que poco o nada tienen que ver con tan noble procedencia. El ejemplo más notable es el de los Latin Kings, pero son también reseñables el reggaeton latino, el latín de Coca Cola o latin torería donde llevamos la ropa sucia.

INCOGNITUS

  • Porqué los latinoamericanos no hablan latín, sino español ?
  • Porqué ya no ponen el año en las peliculas a la romana, con X V I.. ?

jueves, 14 de agosto de 2008

Música para estudiar gramática

Jebús es verbo, no sustantivo - RICARDO ARJONA (perdón!!!!) + Charly (Fillmore) with The Austins


Parole - LUCÍA GALÁN Y FERDIE DS


Verbos en juego- SILVIO RODRÍGUEZ Y LUDI MAGISTER


Assaltaram a gramática - GRUPO FUNCIONALISTA ISLÁMICO


Assaltaram a gramática Assassinaram a lógica /Meteram poesia na bagunça do dia-a-dia / Sequestraram a fonética Violentaram a métrica /Meteram poesia aonde devia e não devia / Lá vem opoeta com sua coroa de louros, Bertalha, agrião,pimentão, boldo... /O poeta é a pimenta do planeta!

Paralamas do Saussure

Sustantivos - ANNIE B


Noam Chomsky - GRAMÁTICOS DEGENERADOS


El poder de la oración - TRIBUTO A OFELIA K, "Oficialestructuralismo"


sin palabras

Hace unos años empecé con una suplencia en un Liceo en un tercer año en la materia educación cívica. Antes de presentarme se acercaron muchos colegas y preceptores que trabajan en otra escuela conmigo para manifestarme (y prevenirme) que “es un curso numeroso”,“los chicos son bravos”, “empezá pisando fuerte”,”no dejes espacios vacíos porque hablan y se distraen con facilidad, no dejes que te amilanen y te pasen por arriba…”, etc. Ante tal descripción el desafío me fascinó y pensé con que grupo-clase me encontraría y si era pertinente tomar en cuenta estos indicadores y recomendaciones dadas, sin duda , desde la buena fe de mis compañeros.

No sé si estoy sorprendido, indignado, indiferente; seguramente, me divertí y bastante leyendo un registro de este señor (por mantener el registro). Lo que sí, no puedo menos que “leerlo” desde la perspectiva de alumno, de haber sido -lamentablemente- su alumno. Lo leo y me van cerrando algunas cosas que antes me parecían inexplicables desde la perspectiva de persona (puede ser mucho para mí ese rótulo, pero, aunque sea en el escalón más bajo, sigo por encima). A ver:

“los chicos son bravos”: realmente no entiendo lo que esto significa, los chicos son chicos. Lo que puedo llegar a interpretar es que este tipo de comentarios son hechos por gente que ya está lo suficientemente alejada (generacionalmente hablando) del otro. Gente que ya no maneja los mismos códigos que el otro y que, en tanto que hay “otro”, se le teme, entonces: “empezá pisando fuerte” (¿qué frase más fea, no? ¿Qué son, gallinas?... en fin). “empezá pisando fuerte”, ¿pisando cabezas? “empezá pisando fuerte”, mejor que te tengan miedo y ”no dejes espacios vacíos porque hablan y se distraen con facilidad, no dejes que te amilanen y te pasen por arriba…”. Ojo, que si hablan pueden estar en desacuerdo, otras voces son peligrosas...

El jueves empezó la suplencia y antes de entrar la preceptora hizo poner de pié a los alumnos para saludar, había mucho bullicio y esperé el silencio para llevar a cabo esta tarea. Algunos ni se paraban, otros hablaban entre sí, entonces sentencié que cuando estuvieran parados y en silencio, los saludaría. Situación que se logró.

¿Quién se puede laurear de haber hecho parar a los alumnos, en perfecto silencio, para saludar? Ok, supongamos que no se vanagloria de eso, pero es relevante, ¿no? Es digno de poner en un registro.

A continuación empecé con el tema de la clase que era salud, con una exposición dialogada y confeccionando un cuadro sinóptico en el pizarrón, pero seguían dialogando y la participación era desordenada, por lo tanto suspendí la explicación y les propuse que levantaran la mano para participar y no hablaran entre ellos, porque lo que ocurriría es que la explicación no tendría sentido y por lo tanto cambiaríamos la dinámica de la clase.

El aviso de cambiar la “dinámica” es más un aviso patente de que no sirve. Era obvio, estaban interrumpiendo otra clase magistral... ¡esos revoltosos chicos de quince años no se daban cuenta de lo que se perdían! Por otro lado, conozco esas “exposiciones dialogadas” y me parece que hay un error de prefijo: “imposiciones monologadas” se ajusta más a lo que conozco yo.

Algunos levantaban la mano y otros seguían hablando entre sí, ante lo cual sentencié que ante dos interrupciones más suspendería la explicación y cambiaríamos la organización de la clase. Situación que ocurrió, ante lo cual dicté un trabajo práctico sobre el tema que estaba desarrollando y les propuse seguir con otro tema (el que se estaba tratando lo investigarían ellos para el próximo encuentro), que si se repetía el hecho, interrumpiría y cambiaríamos nuevamente la actividad de la clase.

El que avisa no es traidor. O al menos eso dicen, aunque también dicen que siempre hay una excepción que confirma la regla.

La clase siguió correctamente, pero algunos hablaban y yo los miraba de forma seria (y creo, sinceramente amenazante), ante lo cual un alumno (uno de los más ruidosos y desafiantes, que cuando firmaba el libro la preceptora me dijo que tuviera cuidado con él, que era uno de los más pesaditos) levantó la mano y me pidió hacer un comentario que nada tenía que ver con el tema salud y fue el siguiente: “profesor ud. necesita demostrar con estas actitudes demostrar su autoridad ante nosotros”. En la inmediatez de la clase (paradigma ecológico) respondí: “No hay nada que demostrar, yo tengo una autoridad que emana de un poder que me otorga ser profesor y que implica con uds. una relación desigual y asimétrica, ya que no ocupamos el mismo lugar ya que yo estoy aquí para enseñarles y uds. para aprender…” Ante tal respuesta el alumno respondió que era sólo para saber , pregunté a todos si quedaba claro mi planteo y entonces continuamos con la clase.

¿“Correctamente”? ¿hay una forma correcta de clase? No lo sabía. ¿qué significa que una clase siga “correctamente”?

¿Cómo se puede tener cuidado de un alumno? “es pesadito”: ¿qué significa eso, que es “rellenito”? lo que sí es, es un tipo bastante despierto que pescó la onda de una y no solo eso, te las cantó sin pelos en la lengua, hoyo en uno. Ese discurso lo escuche, creo, mil veces: esa cantinela formada de pedantería y palabras difíciles para demostrar la relación asimétrica: “no soy como uds; Yo, el poseedor de la llave maestra de su futuro, vengo a entregarles la salvación empacada en un discurso soberbio y unidireccionado y uds, último escalón de la cadena evolutiva -por debajo de los primates- están aquí para ver si pueden salir de ese estado de ignorancia supina en el que se regodean como cerdos en el chiquero, a través de mis clases magistrales; ¿queda claro mi planteo?”

El resto se los ahorro, no tiene sentido. Las reflexiones son como cascotazos a un barril: al pedo. Al pedo porque no pasan de una oportunidad de decir “miren todo lo que lei”, “hice un postitulo en la conch%#@&<”, etc.

Lo que no se pregunta es si tiene la autoridad moral para pararse enfrente de una clase, para educar (el significado que eso tenga). Y, como alumno, puedo decir sin miedo a equivocarme: no la tiene.

Escribió: Agustín. Adhiero.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El escudo

Aquí, el resultado de la última encuesta. De la opinión pública, Jesica ha hecho un .ppt maravilloso, que con sangre, sudor, lágrimas, eructos y otras muchas heces (no de las que se comen), hemos conseguido subir al bló para vuestro deleite:

martes, 12 de agosto de 2008

Gran fiesta Gran

El bló llegó a las 3000 visitas, y como superó tres mil veces nuestras expectativas, tiramos la casa por una ventana emergente. Acá pegamos las pocas fotos que el estado de ebriedad en el que estábamos nos permitió sacar:

De izquierda a derecha: la pocha, la Marta, el bló en persona, un señor al que le gustaba posar para la foto, el tío y el señor que servía la bebida, muerto de espanto. La torta estaba buenísima, aunque no tanto como los ananaes con espadas.

Acá estamos en el clásico carnaval carioca: muchas bananas de plástico y maracas, y, también, mucho cotillón. Si alguien encontró los dientes de la tía, por favor, mande un mail.







Acá ya estábamos bien reventados, jugando a apoyar a la tía, que se ve en primer plano, todavía con su dentadura intacta. El señor de anteojos que se ve con ella falleció minutos después de la fiesta: nuestros saludos a su familia.

jueves, 7 de agosto de 2008

recatate´, che... hablá bien

sábado, 2 de agosto de 2008

Cuento

Necrológicas

El viejo

El sol invernal entra por la persiana abierta, cálido. El polvo flota como los recuerdos, suave y acompasado. La habitación no es chica, tampoco grande: es lo que debe ser para un viejo como vos, una casa de una pieza, un sótano en la casa de tus hijos, tal vez testigo de lo que les diste. Acá estamos los dos, separados por una mesa redonda y vieja, en silencio. Me mirás como si no me conocieras, pero de a poco te vas dando cuenta de quien soy, y mi sonrisa es como una foto que te hace hurgar en esa memoria dispareja; y me reconocés. Inclino la cabeza en ese gesto de saludo tan campestre y conocido; y a vos te toca sonreir esta vez. Empieza la conversación con el temblequeo de tu mandíbula. Que no te sorprendas de verme me tranquiliza, y que me reconozcas me alegra, porque significa que estás preparado para charlar un rato, preparado para hacer ese viaje tan largo en una charla, esperando a que ella venga. Ya tus piernas no dan como para hacerlo verdaderamente, de cara a la aventura como antes.
Entonces empezamos por el Chaco, por la vez que te escondiste a mascar tabaco con tus hermanos. ¿Cuántos eran? ¿once, no? Sí, once; pero la memoria no te alcanza para nombrarlos a todos en orden y los vas poniendo arriba de la mesa desordenados como si fueran esas cartas grasientas con las que juntabas escoba: Jaime, Moisés, Jacobo, Saúl, Abraham, la laguna y el golpe de los dedos en la mesa con los ojos hacia adentro, jugueteando con el bastón de fierro burdo y gris, buscándolos…Jaime, Abraham, Saúl, Jacobo, Benjamín -ahí llegó otro-, Raquel, Julio, Salomón, Sara, Aarón y Miguel. Ahí están todos. Y tu papá, el rabino; ¡qué severo que era! ¡Cómo me curtió a lonjazos el día que te quedaste con el vuelto de las pieles! Era bravo papá, era bravo. Te quedás callado, pensando, saboreando cada golpe ya indoloro. Lo mismo que la caída de aquel potro diabólico que te revolcó por todos los pastizales la chacra. Sí, nos reímos unos cuantos días. ¿Y cuando nos íbamos a cazar al monte? Yo me quedaba comiendo sandías mientras ustedes gastaban perdigones en cualquier cosa, y me guardaba las semillas de las más dulces para plantarlas en casa. ¿Estás cansado, no? Tengo que ir al baño, nada más. Tu cintura se contrae rítmicamente, como un reloj al que se le acaba la cuerda, pareces no notarlo y no hace falta decirlo. Seguimos por tu época de colectivero que, y es extraño, hasta ahí llega la memoria nítida. De la vez que llevaste a Libertad Lamarque, de Rosario hasta Córdoba, qué recorrido interminable: trescientos kilómetros entrando en cada pueblito… O la vez que le peleaste y, al fin, le sacaste al turco el uniforme de los choferes cuando él te quería dar guardapolvos; ¡ni que fueran pintores!
Y después pasan rápido los chicos, la fábrica de lavandina, la tarde, Dorita, la venida a la capital, enviudar, el negocio de las bolsitas, Clara, los nietos, la separación, los bisnietos, el retiro, y esto: este cuarto en el que la vida pasa a oscuras y los recuerdos flotan como el polvo. Y ella que está atrás tuyo; sí, ya llegó. Te tranquilizás al verla, te alegrás al reconocerla. Primero me voy yo. No, no hacen falta, están de más; nos vemos. Después, de la mano, te vas con ella y parecés un chico: preguntandole por Julio, Abraham, Jacobo, Dorita, por todos. Ella que te sonríe, muda, pero ni la ves.
Y se queda, solo y frío el bastón entre tus piernas.