De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:

¡Qué sintagma!
¡Qué polisemia!
¡Qué significante!
¡Qué diacronía!
¡Qué exemplar ceterorum!
¡Qué Zungenspitze!
¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".
Mario Benedetti
2 comentarios:
Perdón, por lo metida... pero siempre pensé que esa imagen tenía que tener un uso, y nunca se me ocurriría una mejor ocasión para sacarla a lucir
pues, la has encontrado!! y me encantó jeje
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