lunes, 29 de diciembre de 2008

¡¡¡ fELiZ aÑo nuEVo !!!

Que el 2009 venga con mucha joda y dinero para despilfarrar... les desea CuAsIModO

lunes, 22 de diciembre de 2008

Caperucita roja



Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.-No sé si sabes, querida –dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.Respondió Caperucita:-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial –en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.Caperucita roja entró en la cabaña y dijo:-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.-Acércate más criatura, para que pueda verte –dijo suavemente el lobo desde el lecho.-¡Oh! –repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.-Ha olido y ha perdonado mucho, querida.-Y…¡abuela! Qué dientes tan grandes tienes!Respondió el lobo:Soy feliz de ser quien soy y lo que soy –y, saltando de la cama aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita roja se detuvieron simultáneamente.-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? –inquirió Caperucita.El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! –prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

James Finn Ganner , Cuentos infantiles políticamente correctos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

ñoñare in linea

07/12/2008
Flexibilidad mental, el efecto mágico del latín
Juana Libedinsky, La Nación Los conocimientos de latín de esta redactora no van mucho más allá de los nombres aprendidos durante la niñez viendo Ben-Hur en Sábados de Superacción, reforzados luego por Gladiador, con Rusell Crowe en túnica corta. Sin embargo, parecería tener un imán para gente que se queja de un annus horribilis, comenta ante un vestido espantoso que de gustibus non est disputandum, o que, aunque se graduó summa cum laude, si vuelca la copa de vino se niega a hacer el mea culpa. Sin embargo, nil desperandum. Hay libros al rescate. Todo empezó dos navidades atrás, cuando el libro menos esperado fue best seller. Algunos lo atribuyen al título: Amo, Amas, Amat? and all that. How to become a latin lover, que puede ser entendido como una guía para convertirse en un latin lover, conocida ambición de varios gélidos británicos.

Aunque, decepcionados, estos lectores luego se hayan dado cuenta de que se trataba de una guía para volverse un amante, pero del latín, esto no implica que el libro no sea divertido. Su autor, Harry Mount, incluso arranca con un detallado estudio del significado de los tatuajes en la lengua de Ovidio que lleva David Beckham. Pero, detrás del humor, Mount lamenta que el latín desaparezca de los colegios, dado que es una mirada al pasado que permite una visión más completa del presente, y sostiene que traducir al o del latín otorga una flexibilidad mental única. Convertido en polémica por los comentarios furibundos de quienes preferían que sus hijos estudiaran chino o más computación, el libro inauguró una tendencia. Hoy es fácil encontrar títulos, como Latín para el siglo XXI, que aclara términos, como aeropuerto (portus aeris) o coquetear online (osculari in linea), e incluso cómo insultar, maltratar e insinuar en latín clásico, un libro para "difamar, demoler y maldecir", pero "como Cicerón, Ovidio y Cátulo". de http://www.elcastellano.org/

jueves, 11 de diciembre de 2008

Prosa poética

Hay una persiana que se cierra para no me vea, hay una luz apagada desde temprano – si pienso en las horas que pasaron - para invocar el sueño, hay mis ojos que empiezan a ver cada vez más. Y hay los pasillos del insomnio.

Sigo las marcas que dejaron, las abrazo como acunándome y todavía no me doy cuenta de que su destino no era yo. Mañana saldré a la calle y no verán que la noche se detuvo.

En el mismo sitio, dando vueltas, agujereo el espacio. El caballo nunca saldrá de aquí, sólo corta el movimiento.


2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

Deformación profesional

Sábado, mediodía de calor. “Uno no puede dejar de leer: una vez que aprende, cada vez que pasa sus ojos por una palabra, algo se acciona en el cerebro y decodifica eso que lee”. De compras en familia. La abuela, manejando; el hijo, conversando con su mamá, despreocupado; el nieto, atrás mirando el mundo exterior por la ventanilla. “Esas letras ya no son formas de colores dibujadas, dejaron de serlo para pasar a ser pizza, amor, kioscos, revolución, etc.”. Llegando al estacionamiento del supermercado, el hijo le indica que ese lugar está disponible. La abuela le dice que ahí no puede poner el auto, porque el sol haría insoportable la vuelta. Una breve discusión, livianita y sin sentido. “Lo mismo pasa cuando uno empieza a pensar en que lo que dice es mucho más que esos ruidos que salen de su boca o de la de alguien más.”. El cartel decía que estaba prohibido estacionar de culata. El hijo lo pensó unos segundos, recordó todo lo aprendido en sus clases de manejo, evaluó las posibles explicaciones de aquella reglamentación y al final le preguntó a la abuela si tenía idea de por qué. Ante la negativa se encogió de hombros y siguió buscando un lugar para estacionar. “Todo lo que se escucha o se dice, pasa como por un filtro en el cerebro para ser re-evaluado en muchas más dimensiones que antes, como si se le agregara un tramo de camino desde el oído a ese lugar donde sea que vaya.”. El nieto estaba tranquilo sentado en la sillita nueva, esa que lo levantaba un poquito del asiento y le permitía mirar por la ventanilla; tranquilo y cantando -o tal vez hablando- entre dientes. La abuela lleva el auto hasta un nuevo nivel en el estacionamiento del supermercado mientras el hijo le sigue diciendo que no va a haber lugar en ningún lado porque los sábados va mucha gente al súper. La abuela lanza una exclamación triunfal:
- ¡acá está lleno de lugar!-.
El hijo sonríe un momento.
“Extraño, ¿no?”

miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿voy por la escalera?


El ascensor puede ser peligroso. Y no me refiero a el hecho de que se puede caer y hacer bolsa contra el piso, sino a que implica un compartir espacio pequeño con gente desconocida, o conocida (no se qué es peor a veces).
Si se trata de uno de oficinas, mal que mal, la piloteás, te subís y con suerte podés viajar solo, el tema está cuando se sube algún monigote. Es probable que más que un buenas tardes/noche/buen día no haya, talvez algún cruce de mirada, pero solés tirar el saludo y después mirar al piso, como si no pasara nada, pero por dentro morís por llegar rápido a destino. Ahora, que no se suba algún molesto o careta que quiera charlar o alguien que no querés ver ni en figuritas, porque ahí si que la pasás mal. Es una incomodidad tremenda, y te empiezan a aparecer ideas en la cabeza tales como: “que no se quede el ascensor ahora porque va a haber una muerte (talvez la de uno, por desesperación), que no me mire porque lo mato, o porqué no se calla”.
Ahora bien, si vivís en un edifico de departamentos, la cosa se pone muy oscura. Seguro una vez por semana te toca viajar con el viejo puto de arriba que te mira cuando entra y no te saluda porque sos una mocosa irrespetuosa que no deja dormir la siesta por la música, o la vieja de mierda de abajo que te odia porque tu perro la molesta con las uñitas contra el piso, o la putita con la que tu viejo garcaba a tu vieja hace unos meses, o la pendeja del 14 que te odia porque se come a uno del barrio que vos ya te comiste que encima la odias porque te mira mal. Esos momentos son los que hacen que te sepas persona, porque cualquier otro loco, se agarra a las trompadas limpias en medio del ascensor, y siempre, al final la terminás sobrellevando.
Pero, más peligroso es el ascensor de un amigo (aunque suele ser el más divertido), porque por lo general si se arma alguna movida ahí, terminás subiendo en el ascensor de dos por dos sola, con el/la muchach@ que te gusta. Ahí sí que se pone picante: ¿cómo hace uno para aguantar las ganas de comerle la boca, si l@ tenés a dos centímetros de la cara? O te abrazo o te como la boca, una de dos. Igual, la mayoría de las veces, terminás conteniéndote y te sentís persona de nuevo. Si pasa a la inversa, tenés que pilotearla bien: o te agachas a ”atarte los cordones” o a “buscar algo en la mochila” o te ponés a “mirarte al espejo” (si lo tiene). Todas estrategias que implican un “me siento incómoda porque estás a dos centímetros, me querés comer la boca y no da”
Al final, el ascensor de cómodo no tiene nada. Es como si la comodidad de no bajar o subir por las escaleras tuviera que pagarse con estos encontronazos del destino. A veces, sale bien, terminás cagándote de risa con alguien, te encontrás con gente que querías ver, o terminas chapando con es@ muchach@ que tanto te gustaba. Tantas otras (la mayoría) te terminás comiendo un re gancho, que en definitiva, pasa rápido, pero que te angustia por el sólo hecho de saber que va a repetirse.
En conclusión, el ascensor es más peligroso de lo que creía y aunque prefiero ir por las escaleras, no me lo pierdo ni loca.

martes, 2 de diciembre de 2008

The real Pica Varia for you!