jueves, 11 de diciembre de 2008

Prosa poética

Hay una persiana que se cierra para no me vea, hay una luz apagada desde temprano – si pienso en las horas que pasaron - para invocar el sueño, hay mis ojos que empiezan a ver cada vez más. Y hay los pasillos del insomnio.

Sigo las marcas que dejaron, las abrazo como acunándome y todavía no me doy cuenta de que su destino no era yo. Mañana saldré a la calle y no verán que la noche se detuvo.

En el mismo sitio, dando vueltas, agujereo el espacio. El caballo nunca saldrá de aquí, sólo corta el movimiento.


2008

1 comentarios:

Lluvia de sibilantes dijo...

como si no hubiera verbos impersonales, el caballo está siempre adentro...
menos mal!