Hay una persiana que se cierra para no me vea, hay una luz apagada desde temprano – si pienso en las horas que pasaron - para invocar el sueño, hay mis ojos que empiezan a ver cada vez más. Y hay los pasillos del insomnio.
Sigo las marcas que dejaron, las abrazo como acunándome y todavía no me doy cuenta de que su destino no era yo. Mañana saldré a la calle y no verán que la noche se detuvo.
En el mismo sitio, dando vueltas, agujereo el espacio. El caballo nunca saldrá de aquí, sólo corta el movimiento.
2008
1 comentarios:
como si no hubiera verbos impersonales, el caballo está siempre adentro...
menos mal!
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