sábado, 26 de abril de 2008

Cuento

Necrológicas
Los Hermanos

Aunque siempre fuimos los dos, él es mi hermano mayor: la suavidad de su mano es mi primer recuerdo, su olor. Él me cuida, me habla, me tranquiliza. Yo tengo miedo acá, solos los dos. Miedo porque no sé qué es este lugar, es cálido y no hay ruidos; es una sensación rara: por momentos estamos bien y por momentos parece que todo estallara. Pero, por suerte, está conmigo.
Él dice que no importa de dónde venimos, que lo importante es a donde vamos: a un lugar de leche y miel, tibio y muelle como éste, pero mejor. A mí me gusta donde estamos, está él. De a poco los ruidos llegan amortiguados y aquel dulce arrullo lo tranquiliza y eso es bueno. Es melodioso y sincero, alegre y nervioso a la vez, me gusta aquel sonido, aquella voz que se oye más fuerte y por sobre los otros ruidos. Hay otros ruidos fuertes y agresivos y no quiero hablar de esos, me dan miedo. Igualmente, me gusta donde estamos a pesar de los mareos, estamos juntos.
Él sabe algo, no lo dice para no preocuparme. Hay veces que siento como si absorbiera todo, como si se interpusiera al mareo y se lo tragara todo, impidiendo que me afecte. No sé qué pasa con él en esos momentos porque me escondo en su mano, sé que no le hacen bien. Pero pasa rápido y vuelve a ser como antes, aunque le recuperarse, lo veo sonreír y su mano se suaviza de nuevo, se tranquiliza.
Una vez me pegó, en uno de los mareos. Yo me quedé quieto, no entiendo porqué lo hizo pero después me agarra la mano y me sonríe y ya no me duele; es mi hermano mayor.
De a poquito me voy dando cuenta, con los mareos. A mí ya no me hacen tanto pero a él lo están lastimando, puedo sentirlo. Cuando empiezan es como si la cabeza estallara y quiero gritar y no puedo. A veces el lugar se enciende, quema, y el cuerpo arde como hervido, pero él no llora, para no asustarme; y de pronto, el frío nos congela, insoportable, y él me abraza para animarme. A veces se achica y nos oprime y ahí, él hace fuerza, para darme espacio; o sino se agranda y caemos y él me agarra fuerte la mano, a pesar del mareo.
Cada día esto se achica más y él está cada vez peor. Es por el mareo, seguro, pero su cara, y sobre todo su cara, se desdibuja, deforme. Está dura, rígida; solo sus ojos se mueven duros y rápidos, como si le costara verme. La voz ya no nos arrulla, está crispada y deforme, ya no es tan clara como antes. De a poquito me voy dando cuenta: él ya no es el mismo, ya no resiste. Pero aun así me agarra la mano y me sonríe, y la sonrisa nítida en su carita desdibujada: todo está bien, falta poco. Leche y miel. Me duermo con esas palabras que invento en aquella voz, canturreándolas, meciéndolas en mi cabeza, leche y miel.
Después de aquella luz intensa que se lo llevó de mi lado, los estruendos, los sacudones, los pulmones arden de frío, los ojos se calcinan, todo se aleja de mí, caigo y no tengo su mano. Lloro y grito para que me devuelvan al lado tuyo. Esos ruidos amortiguados de antes explotan en nuestros oídos, aquella luz tibia que nos llegaba nos quema ahora con su intensidad.
Y de pronto, todo se pone negro, pero ya no como antes: ahora es frío y duro y seco. Ahora estamos juntos pero él ya no me responde: está frío y duro y seco. No me sonríe y no entiendo. Leche y miel; le agarro la mano, para protegerme. Leche y miel.

jueves, 24 de abril de 2008

tiene un feelin` que me vuelve loooocoooo

EL ganador de la encuesta de la semana pasada, lo admito, mi preferido:



lunes, 21 de abril de 2008

Profesor Conterjnic

Pego un mail que recibí del grupo alumnosdecastellano@yahoo.com.ar. Es una convocatoria a una reunión para ver entre todos cómo se sigue con los alumnos que todavía no pudieron rendir Teoría de la educación. A los que no saben de qué se trata todo esto (pienso en los alumnos de primer año, sobre todo): pueden mandarme un mail a mí (homero.ama.a.jebus@gmail.com), a los chicos de alumnosdecastellano, o ir directamente a la reunión. Para los que ya saben de qué se trata: sean elegantes, si dejan algún comentario.

Hola a tod@s, les comunicamos que este miércoles, 23/04, a las 18 hs., nos reuniremos (l@s estudiantes) para decidir qué acciones llevaremos adelante con respecto a l@s compañer@s que no pudieron presentarse en la mesas especiales de teoría de la educación y conducción del aprendizaje, cátedra Conterjnic.
Es importante que aistamos, así podemos decidir junt@s qué hacer con este tema (dicho profesor sigue dando clases en nuestro departamento) y otros, como por ejemplo la reunión departamental del 8 de mayo (para la que tal vez podamos presentar algún/os proyecto/s).
La cita es, en principio, en la puerta de bedelía.
Saludos.

jueves, 17 de abril de 2008

Esto me suena...



miércoles, 16 de abril de 2008

Reforma del plan de estudios

Pego acá un mail que mandaron desde la junta departamental para informar sobre reuniones para la reforma del plan de estudios. La primera fue ayer, así que estuve lenta. Pero hay, además, fechas para las próximas semanas.
Cualquier duda manden mail a alumnosdecastellano@yahoo.com.ar, o a mí (homero.ama.a.jebus@gmail.com), y yo los contacto con ellos.
El año pasado abrimos un grupo gmail, en donde colgamos algunas de las propuestas para la reforma y los resúmenes de las últimas reuniones. Si quieren que los suscriba al grupo, mándenme un mail (es necesario tener cuenta de gmail o hotmail).

Queremos anunciarles:

1- Que el jueves 8 de mayo, a las 18:00, tendrá lugar la primera reunión de Departamento del año lectivo 2008.
En ella pondremos en conocimiento de
tod@s algunos proyectos que hemos estado considerando dentro de la Junta, y que nos tocará efectivizar en algunos casos y en otros por lo menos instalar para que, eventualmente - sería nuestro deseo - sean retomados por la próxima gestión (2009-2011). Será ineludible tema de la reunión la Reforma/Renovación del Plan (ver 2).

2.- Que considerando que este año debemos elevar nuestro nuevo plan de estudios a las autoridades del Instituto y a las gubernamentales, hemos decidido poner como plazo el mes de junio para concretar esa tarea. (Resta medio año para dar lugar a [posibles] rectificaciones y ratificaciones y a los tiempos que, entiendo, debe insumir la tramitación)
En este sentido, los invitamos a leer el informe que el Rectorado, a través de la persona de la licenciada Abramovich, nos solicitó a fines de marzo/comienzos de abril, relativo a lo actuado el año pasado y al estado de situación . La redacción de dicho informe (que reúne y pone en perspectiva los informes enviados el año pasado por la profesora Seoane), nos parece, da cuenta de lo avanzado de proyecto (que, obviamente, no es sólo producto de la tarea del año pasado, sino de las numerosas reflexiones que tuvieron lugar a lo largo de más de diez años y que se concretaron en propuestas y proyectos, y a las que la comunidad toda puede acceder, como se sabe), al que habría que redondear y darle forma definitiva.
Para lograrlo, proponemos efectuar seis reuniones, a las que por supuesto invitamos a participar, en las que estarán presentes integrantes de la Comisión para la reforma/renovación del plan de estudios y miembros de la Junta.

Dichas reuniones tendrían lugar los siguientes días:


martes 15 de abril, de 14:00 a 16:00;
jueves 24 de abril, de 19:30 a 21:30;
martes 6 de mayo, de 9:30 a 12:00 o de 19:30 a 21:30;
miércoles 14 de mayo, de 13:30 a 15:30;
viernes 23 de mayo, de 18:00 a 20:00;
lunes 2 de junio, de 16:00 a 18:00.


El trabajo se desarrollará de modo acumulativo, ya que no se espera que todos/as los/as interesados /as estén en todas y cada una de las reuniones (aunque sería lo óptimo, no lo vemos posible); de manera que al comienzo de cada reunión se resumirá a los/as participantes que se integran a ella lo que se ha trabajado / resuelto en la anterior. En razón de la continuidad del trabajo, privilegiamos la presencia de los integrantes de la comisión, por lo tanto les solicitamos vean si, en su mayor parte, las fechas propuestas les resultan viables.
Muchas gracias, y hasta cualquier momento.
Dirección del Departamento y Junta departamental.

sábado, 12 de abril de 2008

Grandes éSSitos del bló

La encuesta de la semana pide que elijas cuál/ es de las siguientes canciones merece/n tu reconocimiento. Se puede votar más de una canción. Acá abajo podés escucharlas. Si te parece que falta alguna, dejala en los comentarios que la sumamos a la próxima encuesta que hagamos.

Sergio Denis- TE QUIERO TANTO



El Puma Rodríguez- LA FIESTA



Alcides- VIOLETA


Valeria Lynch- CADA DÍA MÁS


Rosario y Lolita Flores- SARANDONGA


Pimpinela- A ESA


Pimpinela- VIVIR SIN TI NO PUEDO

jueves, 10 de abril de 2008

promiscuo y caprichoso

10/04/2008
Mañas: dejemos que los jóvenes experimenten con la lengua y luego cribemos*
(de elcastellano.org)

El escritor madrileño José Angel Mañas reclarmó que se deje a los jóvenes «experimentar» con el lenguaje, para luego «cribar» y «fijar lo que merece cierto respeto» y «descartar el resto». Mañas pronunciño la conferencia inaugural del seminario internacional «El español de los jóvenes», después de que fuera abierto, de forma oficial, por la princesa Letizia de Asturias. El autor de «Historias del Kronen» y «Mensaka», dos novelas que tienen a los jóvenes como protagonistas y que han sido llevadas al cine, ha abogado por «dejar que los jóvenes experimenten en el lenguaje, que lo vivan y que el lenguaje viva a través de ellos, que lo modelen», ya que «ninguna sociedad puede vivir con un traje lingüístico anacrónico» y «la función de los jóvenes es inventar». Luego «hagamos la criba, fijemos aquello que merece cierto respeto por su plasticidad, por su originalidad, por su gracia y descartemos el resto». Se ha mostrado partidario de «dejar que entren los anglicismos» y, «naturalmente, se verán los que arraigan porque tienen su utilidad y rellenan una laguna conceptual, y los que simplemente resultan modismos pasajeros» y, así, «unos permanecerán y los otros desaparecerán de igual manera que llegaron». El escritor madrileño ha insistido en «aceptar» todo que en el lenguaje juvenil suponga «riqueza, nuevos matices, polisemia» y «luchar contra lo que suponga pobreza o imprecisión lógica». En resumen, ha considerado, hay que «ser flexibles con el léxico e inflexibles con la gramática, abrir las puertas a la invención y cerrárselas a la imprecisión». «Sí a los nuevos vocablos, no a los leísmos y laísmos, puesto que no distinguir entre el pronombre en dativo y en acusativo es un lastre para el pensamiento, mientras que tener más palabras y expresiones supone, sencillamente, un incremento de las tonalidades de nuestra paleta lingüística», expresó. En su opinión, «hablar del español de los jóvenes es hablar del español del futuro» y, en este campo, «la irrupción de las nuevas tecnologías nos asusta». «Instintivamente nos dan miedo, como nos dan miedo los anglicismos o la ortografía del SMS, pero ya ni comprendemos la ortografía del siglo XV y en fonética ya nadie pronuncia las 'uves' como fricativas», aseguró Mañas, quien se cuestionó sobre si «hay tanta diferencia entre esos cambios y los actuales». Por ello, sugirió «ser un poco humildes de cara al futuro y menos prepotentes con las nuevas generaciones», ya que «decimos que los jóvenes no leen, pero no nos hemos parado a reflexionar en la cantidad de información que procesan a través de internet». Así, es preciso «quitarnos las anteojeras literarias para ver que rara vez ha habido un momento de eclosión informativa y cultural tan importante» y que «no hay motivos para alarmarse, no puede decirse que el mundo de la cultura esté hundiéndose». Y, de hecho, los nuevos medios «también han tenido una influencia positiva», como es que los correos electrónicos «han resucitado un género epistolar que estaba prácticamente muerto», concluyó.

* cribar
(Del
lat. cribrāre).
1. tr. Limpiar el trigo u otra semilla, por medio de la criba, del polvo, tierra, neguilla y demás impurezas.
2. tr. Pasar una semilla, un mineral u otra materia por la criba para separar las partes menudas de las gruesas.
3. tr. Seleccionar rigurosamente.

miércoles, 9 de abril de 2008

puto, putas, putare, putavi, putatum

Puto el que lee esto
por Roberto Forntanarrosa

Nunca encontré una frase mejor para comenzar un relato. Nunca, lo juro por mi madre que se caiga muerta. Y no la escribió Joyce, ni Faulkner, ni Jean-Paul Sartre, ni Tennessee Williams, ni el pelotudo de Góngora.
Lo leí en un baño público en una estación de servicio de la ruta. Eso es literatura. Eso es desafiar al lector y comprometerlo. Si el tipo que escribió eso, seguramente mientras cagaba, con un cortaplumas sobre la puerta del baño, hubiera decidido continuar con su relato, ahí me hubiese tenido a mí como lector consecuente. Eso es un escritor. Pum y a la cabeza. Palo y a la bolsa. El tipo no era, por cierto, un genuflexo dulzón ni un demagogo. "Puto el que lee esto", y a otra cosa. Si te gusta bien y si no también, a otra cosa, mariposa. Hacete cargo y si no, jodete. Hablan de aquel famoso comienzo de Cien años de soledad, la novelita rococó del gran Gabo. "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento..." Mierda. Mierda pura. Esto que yo cuento, que encontré en un baño público, es muy superior y no pertenece seguramente a nadie salido de un taller literario o de un cenáculo de escritores pajeros que se la pasan hablando de Ross Macdonald.
Ojalá se me hubiese ocurrido a mí un comienzo semejante. Ese es el golpe que necesita un lector para quedar inmovilizado. Un buen patadón en los huevos que le quite el aliento y lo paralice. Ahí tenés, escapate ahora, dejá el libro y abandoname si podés.
No me muevo bajo la influencia de consejos de maricones como Joyce o el inútil de Tolstoi. Yo sigo la línea marcada por un grande, Carlos Monzón, el fantástico campeón de los medio medianos. Pumba y a la lona. Paf... el piñazo en medio de la jeta y hombre al suelo. Carlitos lo decía claramente, con esa forma tan clara que tenía para hablar. "Para mí el rival es un tipo que le quiere sacar el pan de la boca a mis hijos." Y a un hijo de puta que pretenda eso hay que matarlo, estoy de acuerdo.
El lector no es mi amigo. El lector es alguien que les debe comprar el pan a mis hijos leyendo mis libros. Así de simple. Todo lo demás es cartón pintado. Entonces no se puede admitir que alguien comience a leer un libro escrito por uno y lo abandone. O que lo hojee en una librería, lea el comienzo, lo cierre y se vaya como el más perfecto de los cobardes. Allí tiene que quedar atrapado, preso, pegoteado. "Puto el que lee esto." Que sienta un golpe en el pecho y se dé por aludido, si tiene dignidad y algo de virilidad en los cojones.
"Es un golpe bajo", dirá algún crítico amanerado, de esos que gustan de Graham Greene o Kundera, de los que se masturban con Marguerite Yourcenar, de los que leen Paris Review y están suscriptos en Le Monde Diplomatique. ¡Sí, señor -les contesto-, es un golpe bajo! Y voy a pegarles uno, cien mil golpes bajos, para que me presten atención de una vez por todas. Hay millones de libros en los estantes, es increíble la cantidad alucinante de pelotudos que escriben hoy por hoy en el mundo y que se suman a los que ya han escrito y escribirán. Y los que han muerto, los cementerios están repletos de literatos. No se contentan con haber saturado sus épocas con sus cuentos, ensayos y novelas, no. Todos aspiraron a la posteridad, todos querían la gloria inmortal, todos nos dejaron los millones de libros repulsivos, polvorientos, descuajeringados, rotosos, encuadernados en telas apolilladas, con punteras de cuero, que aún joden y joden en los estantes de las librerías. Nadie decidió, modesto, incinerarse con sus escritos. Decir: "Me voy con rumbo a la quinta del Ñato y me llevo conmigo todo lo que escribía, no los molesto más con mi producción", no. Ahí están los libros de Molière, de Cervantes, de Mallea, de Corín Tellado, jodiendo, rompiendo las pelotas todavía en las mesas de saldos.
Sabios eran los faraones que se enterraban con todo lo que tenían: sus perros, sus esposas, sus caballos, sus joyas, sus armas, sus pergaminos llenos de dibujos pelotudos, todo. Igual ejemplo deberían seguir los escritores cuando emprenden el camino hacia las dos dimensiones, a mirar los rabanitos desde abajo, otra buena frase por cierto. "Me voy, me muero, cagué la fruta -podría ser el postrer anhelo-. Que entierren conmigo mis escritos, mis apuntes, mis poemas, que total yo no estaré allí cuando alguien los recite en voz alta al final de una cena en los boliches." Que los quemen, qué tanto. Es lo que voy a hacer yo, téngalo por seguro, señor lector. Millones de libros, entonces, de escritores importantes y sesudos, de mediocres, tontos y banales, de señoras al pedo que decidían escribir sus consejos para cocinar, para hacer punto cruz, para enseñar cómo forrar una lata de bizcochos. Pelotudos mayores que dedicaron toda su vida, toda, al estudio exhaustivo de la vida de los caracoles, de los mamboretás, de los canguros, de los caballos enanos. Pensadores que creyeron que no podían abandonar este mundo sin dejar a las generaciones futuras su mensaje de luz y de esclarecimiento. Mecánicos dentales que supusieron urgente plasmar en un libro el porqué de la vital adhesividad de la pasta para las encías, señoras evolucionadas que pensaron que los niños no podrían llegar a desarrollarse sin leer cómo el gnomo Prilimplín vive en una estrella que cuelga de un sicomoro, historiadores que entienden imprescindible comunicar al mundo que el duque de La Rochefoucauld se hacía lavativas estomacales con agua alcanforada tres veces por día para aflojar el vientre, biólogos que se adentran tenazmente en la insondable vida del gusano de seda peruano, que cuando te descuidás te la agarra con la mano.
Allí, a ese mar de palabras, adjetivos, verbos y ditirambos, señores, hay que lanzar el nuevo libro, el nuevo relato, la nueva novela que hemos escrito desde los redaños mismos de nuestros riñones. Allí, a ese interminable mar de volúmenes flacos y gordos, altos y bajos, duros y blandos, hay que arrojar el propio, esperando que sobreviva. Un naufragio de millones y millones de víctimas, manoteando desesperadamente en el oleaje, tratando de atraer la atención del lector desaprensivo, bobo, tarado, que gira en torno a una mesa de saldos o novedades con paso tardío, distraído, pasando apenas la yema de sus dedos innobles sobre la cubierta de los libros, cautivado aquí y allá por una tapa más luminosa, un título más acertado, una faja más prometedora. Finge. El lector finge. Finge erudición y, quizás, interés. Está atento, si es hombre, a la minita que en la mesa vecina hojea frívolamente el último best-seller, a la señora todavía pulposa que parece abismarse en una novedad de autoayuda. Si es mujer, a la faja con el comentario elogioso del gurú de turno. Si es niño, a la musiquita maricona que despide el libro apenas lo abre con sus deditos de enano.
Y el libro está solo, feroz y despiadadamente solo entre los tres millones de libros que compiten con él para venderse. Sabe, con la sabiduría que le da la palabra escrita, que su tiempo es muy corto. Una semana, tal vez. Dos, con suerte. Después, si su reclamo no fue atractivo, si su oferta no resultó seductora, saldrá de la mesa exclusiva de las novedades VIP diríamos, para aterrizar en algún exhibidor alternativo, luego en algún estante olvidado, después en una mesa de saldos y por último, en el húmedo y oscuro depósito de la librería, nicho final para el intento fracasado. Ya vienen otros -le advierten-, vendete bien que ya vienen otros a reemplazarte, a sacarte del lugar, a empujarte hacia el filo de la mesa para que te caigas y te hagas mierda contra el piso alfombrado.
No desaparecerá tu libro, sin embargo, no, tenelo por seguro. Sea como fuere, es un símbolo de la cultura, un icono de la erudición, vale por mil alpargatas, tiene mayor peso específico que una empanada, una corbata o una licuadora. Irá, eso sí, con otros millones, al depósito oscuro y maloliente de la librería. No te extrañe incluso que vuelva un día, como el hijo pródigo, a la misma editorial donde lo hicieron. Y quede allí, al igual que esos residuos radioactivos que deben pasar una eternidad bajo tierra, encerrados en cilindros de baquelita, teflón y plastilina para que no contaminen el ambiente, hasta que puedan convertirse en abono para las macetas de las casas solariegas.
De última, reaparecerá de nuevo, Lázaro impreso, en la mano de algún boliviano indocumentado, junto a otros dos libros y una birome, como oferta por única vez y en carácter de exclusividad, a bordo de un ómnibus de línea o un tren suburbano, todo por el irrisorio precio de un peso. Entonces, caballeros, no esperen de mí una lucha limpia. No la esperen. Les voy a pegar abajo, mis amigos, debajo del cinturón, justo a los huevos, les voy a meter los dedos en los ojos y les voy a rozar con mi cabeza la herida abierta de la ceja.
"Puto el que lee esto."
John Irving es una mentira, pero al menos no juega a ser repugnante como Bukowski ni atildadamente pederasta como James Baldwin. Y dice algo interesante uno de sus personajes por ahí, creo que en El mundo según Garp: "Por una sola cosa un lector continúa leyendo. Porque quiere saber cómo termina la historia". Buena, John, me gusta eso. Te están contando algo, querido lector, de eso se trata. Tu amigo Chiquito te está contando, por ejemplo en el club, cómo al imbécil de Ernesto le rompieron el culo a patadas cuando se puso pesado con la mujer de Rodríguez. Vos te tenés que ir, porque tenés que trabajar, porque dejaste la comida en el horno, o el auto mal estacionado, o porque tu propia mujer te va a armar un quilombo de órdago si de nuevo llegás tarde como la vez pasada. Pero te quedás, carajo. Te quedás porque si hay algo que tiene de bueno el sorete de Chiquito es que cuenta bien, cuenta como los dioses y ahora te está explicando cómo el boludo de Ernesto le rozaba las tetas a la mujer de Rodríguez cada vez que se inclinaba a servirle vino y él pensaba que Rodríguez no lo veía. No te podés ir a tu casa antes de que Chiquito termine con su relato, entendelo. Mirás el reloj como buen dominado que sos, le pedís a Chiquito que la haga corta, calculás que ya te habrá llevado el auto la grúa, que ya se te habrá carbonizado la comida en el horno, pero te quedás ahí porque querés eso que el maricón de John Irving decía con tanta gracia: querés saber cómo termina la historia, querido, eso querés.
Entonces yo, que soy un literato, que he leído a más de un clásico, que he publicado más de tres libros, que escribo desde el fondo mismo de las pelotas, que me desgarro en cada narración, que estudio concienzudamente cómo se describe y cómo se lee, que me he quemado las pestañas releyendo a Ezra Pound, que puedo puntuar de memoria y con los ojos cerrados y en la oscuridad más pura un texto de setenta y ocho mil caracteres, que puedo dictaminar sin vacilación alguna cuándo me enfrento con un sujeto o con un predicado, yo, señores, premio Cinta de Plata 1989 al relato costumbrista, pese a todo, debo compartir cartel francés con cualquier boludo. Mi libro tendrá, como cualquier hijo de vecino, que zambullirse en las mesas de novedades junto a otros millones y millones de pares, junto al tratado ilustrado de cómo cultivar la calabaza y al horóscopo coreano de Sabrina Pérez, junto a las cien advertencias gastronómicas indispensables de Titina della Poronga y las memorias del actor iletrado que no puede hacer la O ni con el culo de un vaso, pero que se las contó a un periodista que le hace las veces de ghost writer. Y no estaré allí yo para ayudarlo, para decirle al lector pelotudo que recorre con su vista las cubiertas con un gesto de desdén obtuso en su carita: "Éste es el libro. Éste es el libro que debe comprar usted para que cambie su vida, caballero, para que se le abra el intelecto como una sandía, para que se ilustre, para que mejore su aliento de origen bucal, estimule su apetito sexual y se encame esta misma noche con esa potra soñada que nunca le ha dado bola".
Y allí estará la frase, la que vale, la que pega. El derechazo letal del Negro Monzón en el entrecejo mismo del tano petulante, el trompadón insigne que sacude la cabeza hacia atrás y hacia adelante como perrito de taxi y un montón de gotitas de sudor, de agua y desinfectante que se desprenden del bocho de ese gringo que se cae como si lo hubiese reventado un rayo. "Puto el que lee esto." Aunque después el relato sea un cuentito de burros maricones como el de Platero y yo, con el Angelus que impregna todo de un color malva plañidero. Aunque la novela después sea la historia de un seminarista que vuelve del convento. Aunque el volumen sea después un recetario de cocina que incluya alimentos macrobióticos.
No esperen, de mí, ética alguna. Sólo puedo prometerles, como el gran estadista, sangre, sudor y lágrimas en mis escritos. El apetito por más y la ansiedad por saber qué es lo que va a pasar. Porque digo que es puto el que lee esto y lo sostengo. Y paso a contarles por qué lo afirmo, por qué tengo autoridad para decirlo y por qué conozco tanto sobre su intimidad, amigo lector, mucho más de lo que usted nunca hubiese temido imaginar. Sí, a usted le digo. Al que sostiene este libro ahora y aquí, el que está temiendo, en suma, aparecer en el renglón siguiente con nombre y apellido. Nombre y apellido. Con todas las letras y hasta con el apodo. A usted le digo.

lunes, 7 de abril de 2008

El onograma es un tipo especial de anagrama.
En la antigua tradición mágica se creía que a través del nombre de las personas se podía predecir su futuro y adivinar sus cualidades o virtudes. En este sentido el anagrama estaba considerado un instrumento muy potente capaz de revelar los secretos escondidos en los nombres.
Así surgió la onomancia, del griego onoma ‘nombre’ y manteia ‘adivinación’, que se refiere precisamente al arte de predecir el porvenir de una persona interpretando su nombre a través de las letras que lo componen.

Algunos ejemplos:


María Callas = mira la Scala
Aristóteles = trae estilos
El Cid Campeador = pide dama, corcel
Benito Mussolini = subió sin el motín
Salvador Dalí = ávida dollars
Istmo de Panamá= tío Sam le da pan


Y un epigrama anagramático que se lee en Bogotá, en el monumento dedicado a la heroína local fusilada en 1817:
Polycarpa Salavarrieta = yace por salvar la patria


En vista de la necesidad de reformar el plan de estudios de Castellano, y de pensar cuál es el título que se otorgará a quienes se formen y egresen con ese plan, hicimos la encuesta de esta semana. Les damos el pronóstico de varios títulos posibles, para que ustedes elijan cuál les promete el mejor futuro laboral.