sábado, 26 de julio de 2008

El mar, la hormiga

Como un relámpago, una fulgurosa idea atraviesa nuestro adormecido cerebro como cuando al morder un durazno maduro nuestra boca estalla en un millón de sabores, sensaciones, recuerdos. Todo cambia con los recuerdos, el universo puede partirse en dos con una idea y como dije antes, éstas cruzan nuestro cerebro como un relámpago.

No tengo recuerdo real de esos días y particularmente hay tanta conexión entre ese individuo que se deslizaba impasible día a día en una vida sin preguntas y éste, quien se hunde en cavilaciones observando a los que hasta hace poco eran los suyos.
Tanta diferencia decía como entre una hormiga y el inmenso mar que baña mis pies, gracias a la fortuna, mis amigos, puedo decir orgulloso, que soy poderosa, perenne e imbatiblemente la hormiga

Sus días no eran sencillos, a no confundirse, pero las cosas son diferentes cuando uno no recuerda. No es que un polvo mágico nos borrara la memoria cada día al recostarnos a dormir pero en esos momentos, las cosas desaparecían de nuestras mentes como si dejaran de existir como alejadas desde las manos de los ciegos.

No éramos muchos, no sabría decir cuantos, pero la existencia era eterna en edén.
Todos ustedes a esta altura tienen, mal que mal, innegablemente, un vago concepto de eternidad y edén, los cuales no son nuevos para nadie, lo que me lleva a la conjetura de que aunque no sepan a que me refería exactamente con las líneas anteriores todos se han hecho una imagen mental de mi tortura.

Mas por el bien del relato y para desahogo de su interlocutor, única razón que me impulsa a estas palabras, voy a darles una breve imagen.

Abrís tus ojos por primera vez y el mundo es maravilloso, ¡como no podría ser así!, el mundo es un mundo nuevo. El paso sobre el que yaces, esa perfumada manta verdosa que cosquillea todo tu cuerpo, el sol, (¡mi dios el sol!), suave guardián que de la mañana lanzando sus caricias sobre mi cara, el dulce aroma de millares de flores golpean mis sentidos hasta la inconciencia.


Ellos solo existen, existen a tu alrededor, cientos de frutos que al tocarlos y luego lamerlos entregan un mundo de paralelas sensaciones, mundos desconocidos ante mis ojos segundo a segundo redefiniendo todo lo que conozco cada segundo, absorbiendo existencias antes completamente desconocidas y nunca imaginadas, a cada paso.

Conceptos como rico o feo no están establecidos cuando no hay punto de comparación, cuando es la primera vez que tus papilas inundan tu cerebro con un concierto de sabores, mágico: el fascinante murmullo de los arroyos nos atraía, el brillante canto de los pájaros. Claro que no teníamos nombres para todo esto, era como siempre, la primera vez. ¿Primer día en el mundo y ya con una palabra para todo?

Y vinieron los días siguientes , al menos así lo veo ahora, no solo fue el primer día una cacofonía de sensaciones, me refiero pura y simplemente a que nunca fue diferente, cada vez que mordía era la primera fruta que mordía en mi vida, la primera fruta en ser mordida en el vasto universo; cada baño en las doradas aguas del río, un éxtasis jamás experimentado; cada caída desde lo alto del risco era la primer caída desde lo alto del risco y cada instante, cada segundo, cada acto físico era la mas maravillosa experiencia

Despertar a la mañana y ver a alguien muerto en la orilla del río será un golpe para ustedes, sería horrible sin siquiera tener que conocer o tener una relación con el caído y sería, desde ya, desagradable para quien lo encontrase y para todo aquel que sepa, ¡ah la maldita palabra!, quien sepa que es un muerto al lado del río.

Como cada día, mar u hormiga.

Se despertó sobre el suave pasto que lo acogía con el dulce sol en su cara, caminó unos pasos y saboreó unas frutas y también algunas flores, metió sus manos en el río, mismo río que se veía alimentado por una pequeña corriente roja que danzaba entre las piedras manando de un bulto desparramado sobre las misma piedras. No todo lo que come lo hace sentir bien, ojalá fuera algo que pudiese recordar mañana.

Tengo que admitir que la libertad o al menos la sensación de libertad era embriagante. Ustedes no tienen concepto de eternidad, no lo pueden, sin intentar ofenderlos, mis acotados amigos, concebir; les urjo que traten, siendo por ahí la mejor manera pensar qué quisieran comer el resto de su existencia, concebir, decía, el concepto de eternidad..

“En algún momento me cansare de esto y en seguida este cielo se vera como un infierno.”

“Yo comería papas el resto de la eternidad”, quiero ver que opinan 3 kilos de papas después, o “pool con los muchachos todos los viernes”, o “viajar por siempre” se mueren como ideas luego de 3 horas en una carretera.

Ustedes no tienen concepto de eternidad: miran a lo profundo del pozo e ilusamente se esfuerzan por ver. ¡Qué raza ingenua!.

Yo no sabía que moriría, yo no sabía que morirías, nunca lo planteé ni lo pensé, no podía aburrirme de las manzanas o las peras porque cada una de ellas era la primera, la única, mágica, maravillosa, eterna e instantánea. No podía tener miedo a perderte porque recién te veía, no puedo ni plantear que te conocía, en eso consiste el edén y en eso, mis amigos, consiste la eternidad: una gris bruma de constantes novedades repetidas ad eternum.

Claro, me dirán, quien cayó del acantilado no pensará ahora mucho de la eternidad, pero convengamos ahora tampoco piensa mucho de nada. Si lo recordasen, el impoluto vaho mágico del edén se habría manchado con su caída, pero nadie lo conocía y al llegar la noche nadie lo podría recordar: ni a él ni a su caída, ni al peligro del vacío, ni a sus terribles consecuencias, y todo será maravilloso al comenzar la mañana, el mundo será un nuevo mundo.

Si alguno de nosotros alguna vez sospechara esto y por alguna razón intentara advertirse o dejarse algún mensaje a sí mismo, aunque tuviese los medios y la capacidad para dejarse una marca, una nota, hasta un libro de instrucciones “no te olvides de hoy”, no sería más que una mancha sin sentido pasada por alto en un nuevo y surgente mundo que nos maravilla a cada paso, a cada segundo

Entonces, si todas las tardes descubriese que mañana me olvidaré de todo, de cada atardecer, la desesperación por recordar estas pocas cosas importantes llenará mi pecho de angustia por no poder evitar olvidarme la tortura de lo inevitable, una agonía infinita, un infinito como todo lo demás, único indescriptible; mas no sería sino solo una ínfima noche que no tiene comparación con el mar del tiempo en el que nos deslizamos. Si por alguna razón pudiese estar contándoles esto, hacer que sepan esto, acá sentados cerca del cuerpo carcomido de quien solo puedo imaginar habrá sido uno de los míos, la angustia de saber que no puedo detener este océano que se desliza en mi mente llevándose todo vestigio de mí golpearía en mi pecho.

Pero ya es tarde, me es imposible escapar del pesado velo que el largo día ha impuesto sobre mí, poco a poco me dejo vencer con la ardiente angustia de saber que mañana todo será maravilloso, que el mundo será un nuevo mundo

5 comentarios:

Ursuburgo dijo...

felicitaciones al primer valiente.
en el título hay un link a su space...

B3L3NI@ dijo...

muchas felicitaciones, realmente...
será porque me cuestan, pero me sorprende esa desinhibición para usar adjetivos... son esos los que dan vida...
MUY BUENO, en serio.
Gracias por el coraje de permitir un link desde acá.

karen.dama dijo...

traduttore tradittore!

karen.dama dijo...

aunque quisiera escribir una disertación de 30 páginas, te juro!...

Ursuburgo dijo...

se hace lo que se puede... es desagradable, sí, pero alguien tiene que hacerlo (ese título no pagaba con lo bueno que está)
la historia me juzgará