El auto iba bastante cargado ese domingo a la tarde: mamá y papá adelante, tía y sobrinos atrás. Los mayores conversaban de cosas de mayores, como que hacía mucho que no iban a caminito, que qué bueno que era estar de vuelta en su país después de cinco largos años en el extranjero, la tía preguntaba a mamá y a papá qué iban a hacer de acá en más para sobrevivir y que la decisión de volver no fuera tan penosa. En fin, todas esas cosas que los chicos, cuando son chicos, ni toman en consideración. Ellos, por su parte, hablaban de cosas más importantes: como que si el gatito -interpretado por el nene de tres- podía o no hablar con la princesa -la primita de su misma edad- y con el unicornio -a cargo de la hermana mayor -; o si la canción decía que el humo que sale por la chimenea de la casita que es así y así, hacía así o así; o si alguien había escuchado al otro tirarse un pepis -cosa que de no pasar se repetiría hasta que algún adulto aburrido los hiciera parar de decir guarangadas-. En fin, cosas realmente importantes. Estaban llegando a La Boca, cuando el unicornio se transformó en esa nena de siete años que solía dirigir la batuta en el juego y empezó la típica y siempre repetida encuesta acerca de los cuadros de fútbol.
Empezó preguntando adelante, si el tío y la tía eran de Boca (claro, ella es de Boca y es más fácil pensar que el resto también lo es). Cuando el tío dijo que era de Argentinos Juniors, la nena se quedó cavilando: era la primera vez que lo escuchaba pero lo aceptó rápido, y la tía puso cara de “no-tengo-idea”. En el asiento de atrás, mamá le dijo que si no era de River como ella, no la quería más, pero la nena sabía que era mentira así que siguió firme en su elección y hasta reforzó su independencia de criterios con una sacada de lengua que fue respondida con una sesión de cosquillas. Pasando a los más chiquitos: sabía que su hermano iba a ser del mismo cuadro que ella, pero, por las dudas -como una sutil táctica de persuasión dirigida a su prima- volvió a preguntar: sí, de Boca. La princesa, nacida en el extranjero y sin la menor idea de lo que se estaba hablando, miraba por la ventana, intencionalmente abstraída en los asuntos de la corte por lo que no escuchó la primera vez que la nena se lo preguntó, ni la segunda, así que la nena volvió a preguntar:-¿y vos sos de Boca, Lu?-
-No, yo soy de nariz- respondió altiva.
Empezó preguntando adelante, si el tío y la tía eran de Boca (claro, ella es de Boca y es más fácil pensar que el resto también lo es). Cuando el tío dijo que era de Argentinos Juniors, la nena se quedó cavilando: era la primera vez que lo escuchaba pero lo aceptó rápido, y la tía puso cara de “no-tengo-idea”. En el asiento de atrás, mamá le dijo que si no era de River como ella, no la quería más, pero la nena sabía que era mentira así que siguió firme en su elección y hasta reforzó su independencia de criterios con una sacada de lengua que fue respondida con una sesión de cosquillas. Pasando a los más chiquitos: sabía que su hermano iba a ser del mismo cuadro que ella, pero, por las dudas -como una sutil táctica de persuasión dirigida a su prima- volvió a preguntar: sí, de Boca. La princesa, nacida en el extranjero y sin la menor idea de lo que se estaba hablando, miraba por la ventana, intencionalmente abstraída en los asuntos de la corte por lo que no escuchó la primera vez que la nena se lo preguntó, ni la segunda, así que la nena volvió a preguntar:-¿y vos sos de Boca, Lu?-
-No, yo soy de nariz- respondió altiva.
3 comentarios:
ja ja ja! muy bueno ursu!
que bonitoooo!!!!!
yo quiero ser de nariz tambièn!!!
hermosa y sana inocencia!!!!
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