sábado, 31 de enero de 2009

Que no nos avergüence la nostalgia

Los hits de Flavia



El infaltable Ilarié



¡aprendé Panam!


Y obviamente Nubeluz para rematarla

jueves, 22 de enero de 2009

hallazgo

COMO UNA LOBA
Valeria Lynch



Obra maestra de la edición audiovisual

miércoles, 21 de enero de 2009

Y ahora qué. Quise escribir a la luz de la sombra oblicua que traen los ojos y he perdido los siglos que han pasado, a qué este seguir hincando palabra por palabra.

Pido la luz del rayo que viene y paraliza justo en el momento, pido la luz del rayo sobre mí. Ya no más salir a juntar pedazos, a tratar de armar paisajes. Una luz. Eso es todo, y tanto.


2008

viernes, 16 de enero de 2009

-nos llora, nos llueve, nos escupe-

La ciudad nos escupe, el centro está cobrando vida. Los edificios se cansaron de la gente, de su mugre, y ahora los escupe.


Caminar por el centro ya no es sòlo cruzarse con cada ser de esta cuidad, no es solamente un confluir de cuerpos sumergidos en el capitalismo, no es sòlo un mar de humo negro irrespirable por tanto tránsito, ahora es también esquivar escupitajos que salen de las ventanas de oficinas, de las ventanas de los restoranes, bares, de los edificios de departamentos, de...


Ya la ciudad se cansò de estos seres que lo ùnico que hacen con ella es transitarla, sin mirarla, sin sentirla, sòlo pensando en llegar a destino.

Parece que la cuidad se pudriò de nosotros y ahora tomò lugar en esta indiferencia y nos escupe, nos escupe a cada cuadra, una, dos, tres veces por cuadra, por edificio, o màs. Nos escupe, como espantàndonos, como hechàndonos o como pidiendo atenciòn.


Pareciera que la cuidad chorreara, como si tuviera una alergia constante, le cae agüita por las ventanas, mientras por adentro, nosotros consumimos, nos refrescamos, le producimos esas cosquillas que causan tanta alergia.


La cuidad escupe o llora, o llueve, y nosotros inevitablemente, pasamos sobre ella, nos mojamos, y como si nada, caminamos hacia nuestro lugar, llegamos y lo primero que hacemos es... prender el aire acondicionado.

miércoles, 14 de enero de 2009

beatniks mugrosos!


A supermarket in California
Allen Ginsberg (1926 - 1997)


What thoughts I have of you tonight, Walt Whit-man, for I walked down the sidestreets under the treeswith a headache self-conscious looking at the full moon.
In my hungry fatigue, and shopping for images,I went into the neon fruit supermarket, dreaming ofyour enumerations!
What peaches and what penumbras! Whole fam-ilies shopping at night! Aisles full of husbands! Wivesin the avocados, babies in the tomatoes!--and you,Garcia Lorca, what were you doing down by thewatermelons?
I saw you, Walt Whitman, childless, lonely oldgrubber, poking among the meats in the refrigeratorand eyeing the grocery boys.
I heard you asking questions of each: Who killedthe pork chops? What price bananas? Are you my Angel?
I wandered in and out of the brilliant stacks ofcans following you, and followed in my imaginationby the store detective.
We strode down the open corridors together inour solitary fancy tasting artichokes, possessing everyfrozen delicacy, and never passing the cashier.
Where are we going, Walt Whitman? The doorsclose in an hour. Which way does your beard pointtonight?
(I touch your book and dream of our odyssey in thesupermarket and feel absurd.)
Will we walk all night through solitary streets?The trees add shade to shade, lights out in the houses,we'll both be lonely.
Will we stroll dreaming ofthe lost America of lovepast blue automobiles in driveways, home to our silentcottage?
Ah, dear father, graybeard, lonely old courage-teacher, what America did you have when Charon quitpoling his ferry and you got out on a smoking bankand stood watching the boat disappear on the blackwaters of Lethe?


Un supermercado en California
Qué cosas pienso de ti esta noche, Walt Whitman, porque caminé por las calles laterales, bajo los árboles con dolor de cabeza y consistencia de mí mismo mirando la luna llena.
En mi hambriento cansancio, y en busca de imágenes que comprar, entré al supermercado de frutas de neón, soñando con tus enumeraciones!
¡Qué melocotones y qué penumbras! ¡Familias al completo haciendo la compra por la noche! ¡pasillos llenos de maridos! ¡Esposas donde los aguacates, bebés donde los tomates! –y tú, García Lorca, ¿qué estabas haciendo tú allá abajo junto a las sandías?
Te vi Walt Whitman, sin hijos, viejo mendigo solitario, hurgando entre las carnes del refrigerador y echándole el ojo a los muchachos de las verduras.
Te oí hacerles preguntas a todos: ¿Quién mató las chuletas de cerdo? ¿Qué valen los plátanos? ¿Acaso eres tú mi Ángel?
Yo anduve entrando y saliendo de entre las brillantes montañas de latas siguiéndote, perseguido en mi imaginación por el detective de almacén.
Caminamos a grandes zancadas por los abiertos corredores, juntos en nuestro solitario capricho catando alcachofas, poseyendo cada una de las exquisiteces congeladas, y sin pasar ni una sola vez por caja.
¿A dónde nos dirigimos, Walt Whitman? Las puertas se cierran dentro de una hora. ¿En qué dirección apunta tu barba esta noche?
(Toco tu libro y sueño en nuestra odisea en el supermercado y me siento absurdo).
¿Caminaremos acaso durante toda la noche a través de solitarias calles? Los árboles añaden sombras a las sombras, las luces de las casas están apagadas, los dos nos vamos a sentir muy solos.
¿Caminaremos acaso soñando en la perdida América del amor mientras pasamos junto a azules automóviles aparcados en caminos particulares, camino de vuelta a nuestra silenciosa casa?
Ah, querido padre, barbagrís, solitario y viejo maestro del coraje ¿con qué América te encontraste cuando Caronte dejó de empujar con la pértiga su bote y tomaste tierra en una humeante ribera y permaneciste observando cómo desaparecía el bote en las negras aguas del Leteo?

martes, 13 de enero de 2009

Falta de referente, pero no de orgullo

El auto iba bastante cargado ese domingo a la tarde: mamá y papá adelante, tía y sobrinos atrás. Los mayores conversaban de cosas de mayores, como que hacía mucho que no iban a caminito, que qué bueno que era estar de vuelta en su país después de cinco largos años en el extranjero, la tía preguntaba a mamá y a papá qué iban a hacer de acá en más para sobrevivir y que la decisión de volver no fuera tan penosa. En fin, todas esas cosas que los chicos, cuando son chicos, ni toman en consideración. Ellos, por su parte, hablaban de cosas más importantes: como que si el gatito -interpretado por el nene de tres- podía o no hablar con la princesa -la primita de su misma edad- y con el unicornio -a cargo de la hermana mayor -; o si la canción decía que el humo que sale por la chimenea de la casita que es así y así, hacía así o así; o si alguien había escuchado al otro tirarse un pepis -cosa que de no pasar se repetiría hasta que algún adulto aburrido los hiciera parar de decir guarangadas-. En fin, cosas realmente importantes. Estaban llegando a La Boca, cuando el unicornio se transformó en esa nena de siete años que solía dirigir la batuta en el juego y empezó la típica y siempre repetida encuesta acerca de los cuadros de fútbol.
Empezó preguntando adelante, si el tío y la tía eran de Boca (claro, ella es de Boca y es más fácil pensar que el resto también lo es). Cuando el tío dijo que era de Argentinos Juniors, la nena se quedó cavilando: era la primera vez que lo escuchaba pero lo aceptó rápido, y la tía puso cara de “no-tengo-idea”. En el asiento de atrás, mamá le dijo que si no era de River como ella, no la quería más, pero la nena sabía que era mentira así que siguió firme en su elección y hasta reforzó su independencia de criterios con una sacada de lengua que fue respondida con una sesión de cosquillas. Pasando a los más chiquitos: sabía que su hermano iba a ser del mismo cuadro que ella, pero, por las dudas -como una sutil táctica de persuasión dirigida a su prima- volvió a preguntar: sí, de Boca. La princesa, nacida en el extranjero y sin la menor idea de lo que se estaba hablando, miraba por la ventana, intencionalmente abstraída en los asuntos de la corte por lo que no escuchó la primera vez que la nena se lo preguntó, ni la segunda, así que la nena volvió a preguntar:-¿y vos sos de Boca, Lu?-
-No, yo soy de nariz- respondió altiva.

Prosa poética

Ella se puso de felicidad para salir esta noche. Dijo que los colores sabrían hacer la magia, tomó el resto de tristeza que tenía y lo guardó en la cartera - no es cuestión de andar tirando derrotas por la calle y que alguien las encuentre y nos busque creyendo que hace un bien y entonces un día llega con una tristeza antigua en la mano y dice te pertenece, y la miramos y nos mira, y nos dice que sí que es nuestra; tampoco podía dejarlo en la casa, aprendió muy temprano que a casa no se trae la tristeza que si empezamos a guardarla ya no habrá lugar para un día entero de sol, era solo un resto, mejor vigilarlo -.

Ella se puso de felicidad, esperó por la magia toda la noche, llegó a la casa ya de día sin sol, abrazo fuerte a la tristeza y se durmió acariciando un trapo sucio.


2008

jueves, 8 de enero de 2009

no lo podían creer

Agradecemos el link -y retribuímos el favor- a las dos personas que linkearon el bló (por lo menos, una de ellas, parece no tener nada que ver con el JVG):